Tezanos, director de la demoscópica pública de nombre CIS, es como las lentejas. Se las toma, o sea, se creen sus sondeos de intención de voto y se les concede la condición de válidos y confiables: se trata ésta de una opinión generalizada dentro del PSOE, que es quien gobierna y, al caso, tiene influencia sobre el CIS, en el que de entrada designa su director. Alternativamente, los partidos de derechas en esta (no) legislatura de Sánchez dejan a las lentejas demoscópicas oficiales, y se tachan de manipuladoras; sus cocinados estadísticos se consideran instrumentos propagandísticos, publicidad electoral al dictado de su amo, desde el propio poder. Algunos aducen para apoyar a los sondeos preelectorales -de cualquiera de las dos elecciones pasadas y, qué vergüenza, la quizá por venir, tres comicios en menos de un año- que en el acierto de las estimaciones del CIS en las últimas elecciones y la resurrección casi asombrosa del PSOE no sólo tenía que ver el miedo a Vox que llamó a urnas a los perezosos de izquierdas. También tendría que ver con los mensajes inductores de los sondeos del CIS.

No lo tengo claro para denigrar ni para dar crédito a las lentejas de Tezanos. Sí lo tengo sobre las interpretaciones casi abrahámicas de los líderes sobre lo que piensa el pueblo: "El pueblo ha hablado, y ha dicho esto que yo te digo". Si irritante es el baile irresponsable de acuerdos y las inútiles y continuas reuniones para formar gobierno, más enervantes son sus gratuitas interpretaciones sobre si "el pueblo", "los españoles y españolas", "los votantes" o "la gente" quiere que haya gobierno de "coalición" o "concentración", como afirma Iglesias, o uno de "cooperación" -nueva perla del lenguaje chuminoso-, como dice un Sánchez que, con buen criterio, no se puede arriesgar a que dos o tres ministros de Podemos le hagan la pirula en cualquier momento, por ejemplo apoyando un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Aunque el gran máquina de la interpretación de lo que quiere el pueblo es Rivera. Rivera no sólo interpreta, sino que interpreta de forma distinta y dispar según la tesitura. Lo siguiente es humilde testimonio de hartazgo y propuesta de boicot: a mí este año no me quita media hora de un domingo otras elecciones generales. ¿Recuerdan aquella canción de una chica con trenzas llamada Lucrecia?: "La gente quiere gozar, la gente no quiere que le coman la cabeza". Gobiernen: su trabajo no es legislar por Real Decreto, y mucho menos no gobernar y estar en permanente cabildeo e intercambio de estampitas. Y pontificando, encima.

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