La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Cómo gobernará la derecha

Juanma Moreno es un líder en precario que llega a la Junta prometiendo rebaja de impuestos y más gasto social

Urge que Susana Díaz insista en sus mejores planteamientos de los últimos días (la decisión de liderar la oposición en vez de dar la espantada tras la derrota, la nitidez en defensa de la Constitución contra el independentismo) y desista de los peores: el cesarismo de anunciar que se presentará a la investidura -no lo decide ella, sino la presidenta del Parlamento- y la demagogia de que su sucesor en la Junta será inevitablemente rehén de la extrema derecha.

Quizás el programa que han pactado Juanma Moreno y Juan Marín sea retocado por exigencia de Vox, pero no será desnaturalizado ni se verá afectado por concesiones a la ultraderecha en lo que de verdad importa: ni PP ni Cs van a aceptar que se devuelvan las competencias que consagra el Estatuto de Autonomía, que no se aplique la ley contra la violencia de género o que se levanten muros contra la inmigración. No por nada, sino porque se alejarían de cualquier posibilidad de ganar las elecciones en España.

Como esto se va a ver a corto plazo, el relato apocalíptico del PSOE sobre lo sucedido el 2D y sus consecuencias habrá de ser sustituido, mejor mientras más pronto, por el relato, menos épico pero más certero, del control de la gestión de quien llega a la presidencia de la Junta con el menor respaldo de los ciudadanos andaluces. Es decir, en precario. Será, Juanma, un presidente por carambola, cuyo entierro ya tenían preparado sus compañeros de partido (o sea, sus peores enemigos), hasta que la carambola se produjo.

Ahí, en la debilidad del nuevo mandatario, en sus alianzas y su acción tienen Susana Díaz un filón, a explotar con paciencia y tenacidad. Para empezar, el programa de las 90 medidas pactadas con Ciudadanos da la impresión a ratos de ser un brindis al sol, un mejunje de promesas electorales destinadas a quienes creen en ellas antes que un programa de gobierno viable y riguroso. Por ejemplo, ¿cómo cuadrar las cuentas si se piensa rebajar los impuestos y a la vez se comprometen gastos e inversiones sociales en sanidad y educación? ¿Qué garantías hay de que la pactada homologación salarial de los altos cargos de la Junta y el Estado no significará en la práctica un incremento de los primeros?

El cambio en Andalucía se ha demorado porque los andaluces se han cobrado a plazos y no de golpe las facturas pendientes del PSOE (corrupción, hartazgo, rutina, recortes), pero era imprescindible. Falta saber si va a ser un cambio para bien.

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