La futura pandemia

La comunidad científica lleva años avisando de las consecuencias en el medio ambiente del actual modelo de desarrollo económico

Creo que gran parte de los lectores de esta columna estarán de acuerdo en que la crisis provocada por la pandemia ha sido una de las más graves y conocidas por nuestra generación con consecuencias no solo sanitarias, sino económicas, sociales, políticas e incluso psicológicas en varios sectores de la población y seguiremos sufriendo las secuelas durante un largo período difícil incluso de pronosticar.

Pues bien, imaginen que unos años antes del inicio de la pandemia, con tiempo suficiente, se nos advirtiera de la llegada del virus, las medidas preventivas que era necesario adoptar, la necesidad de ir preparando las vacunas, distribuyendo mascarillas, reduciendo el aforo de actos concurridos, etc. Habría entonces dos opciones: no hacer caso y sufrir la crisis con todas sus consecuencias o adoptar las medidas adecuadas. En este supuesto, desde luego, el escenario sería muy diferente al actual y los estragos de la pandemia no hubieran sido tan severos. Pero no hubo tal opción, no hubo tal aviso previo.

Sin embargo, en relación con el cambio climático lo cierto es que la comunidad científica lleva años avisando de las consecuencias del modelo de desarrollo económico basado en la combustión de combustibles fósiles con emisión de gases de efecto invernadero y la destrucción sistemática del medio ambiente. Cuando se alcance el umbral de calentamiento global por encima de los dos grados en relación con las medias de temperatura de épocas preindustriales, las consecuencias serán irreversibles, dificultando seriamente las posibilidades de habitar nuestro planeta. Al calentamiento global se sumarán fenómenos meteorológicos extremos cada vez más severos, reducción de la disponibilidad de agua potable, subida del nivel mar con desaparición de playas y territorios costeros, aceleración del proceso de desertificación en gran parte de la tierra, fusión de glaciares, permafrost y casquetes polares, etc. No obstante, ante los avisos científicos, la respuesta, en general, es evitar afrontar este problema. Como si se tratase de una película de catástrofes, se piensa que al final algo o alguien lo arreglará. Pero me temo que esto no es así. No se trata de una película, no es ciencia ficción, es la realidad.

Frente a la respuesta basada en pequeñas acciones aisladas y poco ambiciosas, retórica vacía, publicidad comercial y política, hace falta una respuesta decisiva y seria de todos los actores implicados tanto a nivel internacional como nacional. Ya vamos muy tarde. Y si no lo hacemos por nosotros mismos y en nuestro propio interés, deberemos actuar como obligación frente a las generaciones futuras.

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