El fútbol y los intelectuales

Albert Camus no sólo escribió artículos futbolísticos, sino que fue portero en un equipo de Argelia

A PARTIR de hoy, queramos o no, el fútbol invadirá nuestras vidas. Si ya es el principal motivo de conversación de los españoles durante todo el año, en las próximas fechas invadirá, no sólo las tertulias y establecimientos hosteleros, sino la mayoría de los hogares. Será un mes en el que todos los días habrá partidos televisados en abierto, incluso habrá días en los que serán tres y cuatro los encuentros emitidos.

Ese invento estúpido de los ingleses, como lo definió Borges, se ha hecho un fenómeno universal y, aunque sólo sea por eso, merece la atención de todo observador social que se precie. El tiempo ha demostrado que no era tan estúpido como el autor de El Aleph pensaba. Ese desprecio que manifiestan por él ciertos personajes que se autocalifican de intelectuales, no tiene sentido. Si piensan que su desprecio les da prestigio están muy equivocados. El fútbol, como fenómeno de masas más importante de nuestro tiempo que es, define mejor que nada esta sociedad y esta época. En él están presentes los ídolos deportivos como descendientes de los mitos olímpicos helénicos y los especuladores que ganan fortunas con lo que ya es mucho más que un juego y en el que cada vez tiene menos peso el espíritu deportivo. Y las masas cumpliendo su papel de borreguitos mirando, pagando y balando, como cantó Benito Moreno.

Los futbolistas imponen su estética manifiesta en el corte de pelo, los tatuajes o la forma de vestir. Sus coches espectaculares, sus despampanantes acompañantes, sus concentraciones en lujosos hoteles, despiertan la admiración de adolescentes y adultos de todas las edades que ven en ellos unos triunfadores que se convierten rápidamente en ídolos. A su alrededor todo un mundo de lujo y abundancia por el que pululan empresarios y ganapanes atentos a dar el pelotazo de su vida, que por algo viene de pelota.

El fútbol necesita literatura y que los denominados intelectuales se quiten la máscara. La Oda a Platko, portero del Barcelona, de Alberti o los relatos de Eduardo Galeano son un punto de referencia. De fútbol escribieron Cela, Delibes, Miguel Ángel Asturias o Gunter Grass. Albert Camus no sólo escribió artículos futbolísticos, sino que fue portero en un equipo de Argelia. Según él, jugando al fútbol aprendió "que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno quiere que venga", lo que le ayudó mucho en la vida. Toda una lección.

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