Se introducen en la redoma distintas partes de descomunal ola de calor, sequía, negligencia de los ciudadanos, abandono de los montes, intereses especulativos, piromanía, despoblamiento rural y deficientes dotaciones de bomberos, se agita suficientemente y te sale, como quien no quiere la cosa, una oleada de incendios como pocas veces hemos visto en este país y aun en este continente. Los grandes problemas rara vez tienen una sola causa; menos aún un solo causante y, desde luego, generan todos ellos la aparición de un sinfín de "maestros liendres" que, desde su confortable salón con aire acondicionado, opinan sobre qué especies arbóreas han de utilizarse o no para la reforestación, cómo deben gestionarse la ganadería y los aprovechamientos forestales, si se debe o no clarear el bosque y si es mejor utilizar medios aéreos o abrir cortafuegos. Las redes sociales, la prensa y los informativos se han llenado de ellos en estos días, como si fueran setas o, mejor, cigarras. Tantas cosas se han dicho que hasta he tenido que hablar con varios amigos que son ingenieros forestales (de los de verdad, de los de doctorado y ejercicio profesional) para que me aclarasen algunas cosas en medio de esta superlativa confusión. Que digo yo que, si tantas personas hay tan listísimas en España, que tienen solución para todo y que se consideran más capacitadas que los que nos gobiernan y administran…, ¿qué hacen ya que no están presentándose a las elecciones para solucionar ellos, con sus altísimas capacidades, los grandes y complejos problemas que nos aquejan? Verlos al frente de su comunidad de vecinos, por lo pronto, me gustaría.

En este caso, además, la ola de calor, con sus incendios y su ciudadanía achicharrada, ha hecho rebrotar las polémicas sobre el cambio climático. Ahora resulta que algo tan sencillo como la constatación científica de que la acción humana genera alteraciones en el clima (al igual que las genera en la calidad del aire o las aguas, el uso de los suelos, el curso de los ríos, la extinción de especies animales o vegetales o la transformación del paisaje, por ejemplo) es una cuestión ideológica que posiciona a las personas más allá de cualquier razonamiento independiente. Agota hasta la extenuación volver a oír que "siempre ha hecho calor en verano" o que "también en 1900 y pico se alcanzaron los 45 grados en Badajoz". No hay más ciego, desde luego, que el que no quiere ver y en la historia ya ha habido muchos ciegos que lo han negado todo sistemáticamente porque, a sus ojos, el sol se movía alrededor de la tierra o porque, precisamente, los microbios de los que hablaba Pasteur no se veían.

La modificación de los parámetros climáticos a gran escala y comprobada estadísticamente por numerosos investigadores no es, aunque pueda convenir a algunos, una opinión ni una opción ideológica: es una evidencia científica. El negacionismo y la politización solo nos conducirán a retrasar aún más las soluciones que podamos adoptar. Y seguirán ardiendo nuestros montes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios