Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El final de la clase media

El gran fracaso de Occidente durante las dos primeras décadas de este siglo ha sido machacar a la clase media

Occidente ganó la guerra fría en la última década del siglo pasado porque fue lo suficientemente lúcido para crear, después de la hecatombe de las dos guerras mundiales, sociedades de clases medias en las que el progreso y la mejora de la calidad de vida eran estímulos constantes. La Unión Soviética la perdió porque hizo justo todo lo contario: en su propio territorio y en los muchos países que pasó a controlar tras la derrota nazi creó sociedades adocenadas, condenadas a la pobreza y sin ninguna posibilidad de mejora personal o familiar. Ese orden fue el que hizo que el muro lo derribaran, hartos de tanta miseria, los que malvivían bajo dictaduras comunistas y ansiaban vivir como sus vecinos al otro lado del Telón de Acero. El gran fracaso de Occidente durante las dos primeras décadas de este siglo ha sido hacer saltar por los aires ese modelo basado en la fortaleza de las clases medias porque el capitalismo entendió que ya no eran necesarias para mantener a raya el expansionismo de Moscú. A partir de ahí, un modelo de acumulación de capital sin medida que a la postre provocaría el estallido de 2008 y con él el empobrecimiento de capas muy amplias de la población, mientras que los que ya eran ricos se hacían cada vez más. Se creó una sociedad cada vez más desigual, en la que ya una buena formación no era un pasaporte para acceder a un puesto de y un puesto de trabajo ya no garantizaba una estabilidad familiar y una carrera profesional. Todo lo que fue estable a partir de mediados del siglo XX se volvió tremendamente inestable. Este fenómeno, que tiene características globales, ha tenido en Europa y Estados Unidos sus principales escenarios, pero sus consecuencias más sangrantes han sido para los europeos porque aquí la estabilidad social estaba garantizada por una fuerte presencia de lo público, algo con los que los estadounidenses nunca contaron. Lo público garantizaba los derechos básicos a una sanidad y una educación con determinados estándares de calidad y una jubilación suficiente para mantener un nivel de vida digno en los últimos años de la vida.

En ese escenario llegó la segunda gran convulsión mundial de este siglo: la pandemia del Covid-19 ya ha convertido en incidente menor la crisis financiera de 2008. Todavía es muy pronto paras saber cómo saldrá el mundo de esta catástrofe sanitaria, social y económica. Ni siquiera somos capaces de entrever cuándo saldrá. Lo que sí parece claro es que cuando la pandemia quede atrás no vamos a tener una sociedad mejor ni más justa. La recuperación de una vida normal, por lo menos lo más normal posible, va a ser una tarea dura y no precisamente corta. Y mucho más complicada por la ausencia de una clase media que tire para adelante.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios