Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Ante una final de Libertadores que estremece

Que el primer torneo del fútbol sudamericano lo diriman Boca y River es un regalo de agradecer

Brama Gremio por la forma en que River le apeó de la final de Libertadores, pero se alboroza el mundo por lo que se avecina en pocos días. Aquí, en esta tierra nuestra de garbanzos, nos hacen creer que no hay nada como un Barça-Real Madrid y lo cierto es que se ha convertido en uno de los primeros platos del menú universal, pero la que se avecina en la populosa y singularísima Buenos Aires es de órdago a la grande, a la mayor.

Será el espectáculo más grande del mundo esa final a doble partido que va a enfrentar a dos de los eternos rivales más encarnizadamente rivales de todo el fútbol. Un pulso entre ricos y pobres, según la leyenda que acompaña a River Plate y a Boca Juniors desde que fútbol existe. Y ha llegado por el camino espinoso de la protesta brasileña porque el entrenador de los rojiblancos quebró el castigo que pesa sobre él al tomar contacto directo con sus futbolistas.

El castigo que puede caerle a Marcelo Gallardo puede ser de época, pero nada ni nadie va a impedir que la Bombonera y el Monumental escenifiquen una cita como no existe otra. Cómo será la tensión ambiental que rodea a estos enfrentamientos entre millonarios y presuntos tiesos que ambos turnos van a celebrarse sin que la grada registre la presencia de aficionados visitantes. Y es que un Boca-River es lo más de lo más de cuanto puede regalarnos el fútbol.

Poco importará que el Muñeco Gallardo tenga que teledirigir a River y sí bastante que al espectáculo se le edulcore con la ausencia de la torcida rival. Claro que las barras bravas son tan temibles que hasta tienen prácticamente secuestrado a todo el fútbol criollo. Será como un puyazo al ambiente sin duda, pero no cabe la menor duda de que una final de Libertadores entre ambos colosos bonaerenses es un regalo de esos que el fútbol nos ofrece de habas a caracoles.

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