Los fieles difuntos

El Gobierno ha elegido desenterrar al único muerto que no necesitaba ser desenterrado

Ahí tenemos a doña Carmen Calvo, de visita en el Vaticano, tratando de solventar un problema que el propio Gobierno ha creado. Con un poco de mala suerte, las colas para visitar a Franco en la Almudena serán mayores que las filas que trenzan los turistas para entrar en el Palacio Real. Esto pasa, claro, por no prestar atención a las palabras; de modo que ahora tendremos a Franco como fiel difunto, avecindado en el purgatorio de Madrid, cuando hace décadas que se le suponía camino del Paraíso de los autócratas. Es decir, que nuestro Gobierno no ha acabado de entender la frase de Hegel, luego repetida por Marx, y que recomendaba "que los muertos entierren a los muertos".

Si no es así, los fieles difuntos escogen quedarse por aquí, a darnos más compañía de la prevista. Precisamente Marx advertía de este peligro, en referencia al pensamiento conservador, hoy tan a la moda, cuyo programa político definió con precisión Barrés: "La patria es la tierra y los muertos". El caso es que, volviendo a Franco, parece que el Valle de los Caídos era, por su lejanía, por su desolada e inhóspita fealdad, un lugar muy adecuado, no sólo para enterrar al Caudillo, sino para mantener viva la memoria de sus acciones. De modo que, cuando los infantes pregunten qué es aquella cruz tan aparatosa que se divisa en lontananza, uno pueda explicarles las desdichas de este país antaño desdichado. Si se me permite decirlo así, el Gobierno ha elegido desenterrar al único muerto que no necesitaba ser desenterrado. Desde hace ya muchos años (¿veinte años, quizá?, ¿veinticinco, treinta?), los sucesivos gobiernos de España tendrían que haberse ocupado de enterrar, con honores de Estado, a todos los españoles que aún yacen en las cunetas. Pero no por su lejana significación política; sino porque son españoles, vilmente asesinados, y deben regresar con sus familias, antes de que sus familias también se adentren en la bruma histórica.

Éstos son los Fieles Difuntos que debiera atender el Gobierno de España, y no los despojos de un militar infausto, enterrado hace ya cuarenta y tres años. Fieles Difuntos que todavía vagan por el solar hispano, sin culpa ni consuelo alguno, y que deben volver a donde pertenecen, al abrazo de los suyos, para descansar definitivamente en paz. Entonces, cuando ocurra esto, el Gobierno Sánchez habrá prestado un gran servicio a España. Resucitando a Franco, busto olvidado en los anaqueles de la Historia, sólo pondrá de moda la Almudena.

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