Cambio de sentido

A favor

Es hora de declararnos no sólo en contra de Salvini o Trump sino a favor de quienes viven y dejan vivir

Lo que una quiere, como casi cualquiera llegadas estas fechas, es afiliarse al solsticio, echarse al monte, mojarse en los regatos, constatar nísperos y brevas, acaudalarse de cerezas, cazoletear con la amiga en la cocina mientras asistimos juntas a los primeros y tambaleantes pasos de su hija tras la perrilla. Cosas de estas. Pero otras realidades -y, sobre todo, la construcción mediática de las mismas- no nos han dado tregua. Es propio de presidentes, ministros, cuñados regios o césares del fútbol hacérsenos largos pero ser pasajeros, verlos pasar no nos turba ni espanta, tanta paz lleven como paz dejan. Lo que en estos días supera nuestras fuerzas y paciencia atañe a la "muerte civil" (que así lo llamó Miguel de Cervantes y, con él, Félix Grande) y a la muerte misma, a la usurpación atroz de los derechos más fundamentales de hombres, mujeres y chaveas hechos -como usted y yo- de carne y sueño. Reza el titular: Salvini anuncia un censo de gitanos aunque "desgraciadamente nos los tengamos que quedar". Radian el número de vidas que el mar estrella contra los altos muros de la novísima Europa. Nos resuena dentro el llanto desesperado de niños enjaulados, arrancados del regazo de sus madres. Hiede la carcunda novedad de los tiempos. Y dan mucha pereza quienes -quizá como reacción nerviosa- relativizan la importancia de estas realidades y ridiculizan la indignación, como si lo intelectual y elitista fuera acaso estar en contra de quienes estamos en contra de este estado de cosas, y así clamamos.

Estar en contra de algo legitima en cierto modo a aquello contra lo que se lucha, le da cierto estatus de realidad racional, no sé si me explico. Pongo un ejemplo -se lo siso a Mary Beard-: cuando las mujeres hablamos de "conquistar" la esfera pública, estamos dando a entender que luchamos por entrar, cual usurpadoras y extrañas, en un espacio que legítimamente no nos pertenece. Y eso no puede ser. Así pues, hoy y aquí, me declaro, junto a tantos desterrados hijos de Eva, no sólo en contra de Salvini, Trump y otras tantas y polimorfas y lentas administraciones de la muerte. Jamás estuvimos del lado de los verdugos. Me declaro y les escribo ante todo a favor de quienes viven y dejan vivir, y en ello no hacen concesiones. Decía Antonio Machado que "para ver del derecho hay que haber visto antes del revés. O viceversa". Habrá que seguir entre todos poniendo el horror patas arriba con tal de ver por sus ranuras un atisbo de justicia y de verdad.

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