Una de espías

Si el virus se hubiese originado en algún país pequeño y pobre, todavía tendría sentido un despiste de los espías

Me espanta el riesgo de ser injusto que, entre otros, se asume al escribir a diario al filo de la noticia. Asusta mil veces más que perpetrar un anacoluto o trastocar un dato por mal que quede yo entonces. Emborronar la fama de otro es peor. Sospecho que me ha pasado con los espías.

Con suerte, ya habrán olvidado ustedes un artículo de no hace tanto tiempo en el que me reía (pero enfadado, en el fondo) de que los servicios de inteligencia de Estados Unidos protestasen de que las autoridades chinas… ¡no les hubiesen advertido de la gravedad de esta enfermedad! Me recordaba a la guerra de Gila, el humorista que se comunicaba por teléfono con el enemigo. Si los servicios de inteligencia se limitaban a tener una buena cobertura de móvil, ¡poco nos pasaba!

¿Cómo era posible que a la Inteligencia se le ocultase una amenaza de tal gravedad a pesar de todos los esfuerzos por minimizarla de las autoridades chinas? Precisamente por la opacidad del régimen y por su importancia global, no era concebible que los espías hubiesen estado mirando a otro lado.

Parece que no lo estaban, al menos los españoles, y que Beatriz Méndez de Vigo, la delegada del CNI en China, mandó detallados avisos con respaldo científico y clínico de sus informaciones desde mediados de enero, alertando de que la cosa era muy seria. En La Moncloa nadie le hizo caso. Convendrán conmigo en que este curso de los acontecimientos es bastante más verosímil.

En aquel artículo reconocía que los Servicios de Inteligencia lo tenían muy crudo para su imagen pública, porque, si las cosas salían bien, gran parte de ese éxito era que nada se supiese. En cambio, los errores resultan no sólo graves, sino garrafales. Me quedé corto. Hay una tercera posibilidad: que los servicios de inteligencia cumplan, y que los responsables políticos no les echen cuenta, entretenidos en promocionar su imagen; y que encima la culpa caiga sobre quienes lo hicieron bien, que tienen que cargar con el error ajeno y oír con paciencia que los mismos políticos que no les escucharon pregunten ahora que cómo podrían ellos haber sabido nada, cómo, eh.

Cuando empiecen a interponerse demandas al Gobierno o a abrirse comisiones de investigación, como ya han empezado en Italia y aquí se anuncian, habrá muchísimo que investigar en un sinfín de áreas. Espero que también se analicen los informes de China, y se salve con datos fehacientes el honor del CNI.

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