El ensayo ha sido un género literario poco frecuentado en Andalucía. Circuló más en revistas que en formato de libro, casi siempre con expresión muy cuidada, pero poco ambicioso en ideas y breve en extensión. Recogía sobre todo evocaciones costumbristas, enriquecidas con pinceladas sociológicas y culturales. En la línea de lo que habían sido las prosas parisinas de Baudelaire. Quizás por ello, muchas veces se subtitularon, de manera adecuada, divagaciones, expuestas por un paseante que ejercía de narrador. El granadino Ganivet fue de sus primeros cultivadores y en esa misma senda ensayística cabe situar algunos textos de García Lorca, de José María Izquierdo, de la primera época de Chaves Nogales, Cansinos Assens, López Pinillos, Romero Murube y Francisco Ayala. Tuvo su soporte mayor en las numerosas revistas que circularon por Andalucía, convertidas en cauce para difundir un tipo de periodismo moderno que no se dedicaba tanto a dar cuenta de lo inmediato y se permitía difundir crónicas, reflexiones y artículos largos en números sucesivos. A partir de estas revistas se creó una verdadera industria cultural que articuló, por primera vez y de manera espontánea, a casi todas las provincias andaluzas.

Gracias a esta clase de ensayismo se constituyó un buen mosaico representativo de las tierras del sur. Se trataba de textos nada académicos y alejados del tono de certeza de los tratados habituales. Lo componían tentativas personales e imágenes fulgurantes, creadas muchas veces por poetas que se adentraban de forma experimental en el mundo de la prosa. Su conjunto forma uno de los grandes tesoros literarios de Andalucía, pero al estar muy dispersos, se han recuperado poco y se han leído aún menos. Pero es triste, una vez más, que esa tradición ensayística ande perdida y apenas tenga continuadores. Sin embargo, en momentos como los actuales, tan cargados de polémicas y debates sobre situaciones políticas, identidades regionales y competencias autonómicas, resultaría sumamente necesario renovar lazos con aquel ensayismo andaluz que dejó tantas cuestiones sin cerrar. Tender puentes, pues, no tanto en lo que éste tuvo de evocación subjetiva, sino con su aspecto más reflexivo y combativo, intentando darle vida y argumentos a esa opinión pública andaluza tanto tiempo callada. En esa línea están algunos libros de Manuel Arias Maldonado, en Málaga, y José Antonio González Alcantud, en Granada. Pero hay más nombres que aguardan ser conocidos y leídos.

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