St. Rémy

Francisco Linares

La ejemplaridad

HE de reconocer que me impactó leer el Auto del TSJ de Valencia por el que se acuerda la continuación del procedimiento penal abierto contra Francisco Camps. Me sentí confuso al conocer los detalles que especificaba dicha resolución judicial. Yo sabía que se trataba de hechos de poca relevancia económica por lo que, teniendo en cuenta la alta función que desempeña Camps, es difícilmente imaginable que puedan determinar, por sí solos, tratos de favor. Pero yo siempre he supuesto que la acción de recibir un regalo es meramente pasiva, donde el agasajado se limita a tomar aquello que le ofrecen y que muchas veces acepta por una simple cuestión de cortesía. Sin embargo, aquí, y sin perjuicio de lo que finalmente resulte probado, lo que se describe es completamente distinto. Lo que me desconcertó es que la resolución judicial narra una situación en la que Camps se presta a que le tomen medidas los sastres, se prueba los trajes y elige distintas prendas. Aquí, el agasajado no es un mero sujeto pasivo sino que, de probarse definitivamente estos hechos, habría intervenido muy activamente en la obtención de sus regalos y eso no es lo que yo imaginaba. Aunque legalmente sea intrascendente el que participes o no en los regalos que te hacen, creo que, moralmente, no lo es. Y lo siento muy sinceramente. Lo siento, además de por mi propia decepción, por los valencianos, pues es un magnífico gobernante. Es verdad que el delito que le imputa la resolución judicial no conlleva la inhabilitación para el ejercicio de cargo público. Como consecuencia de ello, podemos caer en la tentación de pensar que Camps no tiene que dimitir, porque no sería justo que asumiese consecuencias que van más allá de las penas previstas legalmente. Esto es cierto para cualquier mortal pero no para un político. Los políticos tienen como exigencia la ejemplaridad.

Lo de Luis Bárcenas es distinto. Con respecto a él no he leído resolución alguna que le impute, pero me basta con sus últimas declaraciones. Los medios de comunicación han publicado que Bárcenas ha dicho que si le imputan, "en ese mismo momento" dejará de "forma transitoria" el cargo de tesorero. Por la forma de decirlo, me ha surgido la duda de si ésta es una decisión que le han impuesto o si es él quien la ha impuesto. Lo de la transitoriedad también me intranquiliza: ¿quién decide cuándo tendría que volver? ¿Por qué tendría que volver? Da la sensación de que es él quien decide no sólo cuando dimitiría, que es un acto personal, sino también cuando volvería, lo cual, evidentemente, ya no le corresponde disponerlo a él. También cabría la posibilidad del cese, pero la impresión es que eso el Sr. Bárcenas ni lo contempla. Por supuesto, lo de dimitir como senador ni lo nombra. Le supondría perder el privilegio de que le juzgue el Tribunal Supremo. Con estas percepciones hablar de ejemplaridad resulta grotesco.

Al fin nos queda Rajoy. No puede decirse que, aparentemente, el presidente del P.P. posea unos rasgos que desatan pasiones, pero, al margen de sus características físicas, muchos españoles creemos que no sólo es capaz de conseguir que España se recupere económicamente, lo cual es muy importante, sino que tenemos la esperanza de que nos devuelva la confianza en los políticos. Ahora tiene el gran reto de demostrar que él si es ejemplar.

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