Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Un 'efecto llamada' de 30 años

¿Por qué las amenazas de Trump no frenan a los miles de nicaragüenses, hondureños o salvadoreños rumbo a EEUU?

El pasado día 1 se cumplieron 30 años de la aparición en el Estrecho del primer cadáver. Ildefonso Sena, redactor en aquel momento de Diario de Cádiz y posteriormente jefe de sección de Europa Sur, lo describió como un día gris y frío en la playa de Los Lances. El cuerpo del hombre, un joven, apareció sobre la arena junto a una patera varada en la orilla. Sena retrató con su cámara Nikon aquella dramática escena y fue el encargado de escribir en exclusiva para el periódico un relato repetido desde entonces en siete mil ocasiones, tantas como las víctimas contabilizadas de una tragedia cuyos protagonistas se ven empujados por la miseria, las guerras y las hambrunas a dejar atrás sus familias y amigos, su tierra y su cultura para enfrentarse a las mafias de traficantes de personas que juegan con las vidas ajenas ante la mirada indolente de los países desarrollados. En el caso de las mujeres y niñas, la experiencia suele ser mucho más dramática: huyen del maltrato y la discriminación y se topan con violaciones salvajes, con un futuro cuya última estación puede ser un burdel a pie de carretera en Europa, forzadas de forma impune por las organizaciones criminales de la trata.

Solo desde una óptica muy limitada se puede atribuir la inmigración irregular de las personas al llamado efecto llamada, generado, según esta tesis, por la acogida humanitaria que se presta en España y otros países a los recién llegados. La reducción del problema a este motivo conduce a buscar soluciones igualmente simplistas, que por lo general pasan por aplicar mano dura contra el que viene de fuera. Y no, no es así. La cuestión es mucho más compleja y es atribuible a causas como todas las descritas inicialmente. Los procesos migratorios, a lo largo de toda la historia, han sido inherentes al ser humano, deseoso de mejorar sus condiciones de vida cuando no encuentra la fórmula para hacerlo allí donde vive.

El repunte de la inmigración en los últimos tres años a través de Marruecos y del Estrecho se debe al cierre de las rutas que desde otros puntos de África permitían llegar a Europa, no al buenismo de nuestros gobernantes. Y a pesar de eso, en 2016 se dieron más repatriaciones que llegadas irregulares. El verdadero efecto llamada viene provocado por el alto nivel de vida europeo, que quienes viven más al sur de este sur ven reflejado de manera idealizada a través de la televisión o internet. ¿Quién no sueña con ver a Messi en el Camp Nou? ¿A alguien no le apetece pasear por París? Una pregunta final: ¿Por qué las armas y las concertinas con las que Donald Trump ha prometido recibir a miles de hondureños, nicaragüenses y salvadoreños no les han frenado en su marcha hacia EEUU? No, las pistolas no provocan un efecto llamada. A quienes no tienen nada que perder solo les queda la huida.

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