Tierra de palabras

El diseño de la cerradura

El trabajo espiritual o el trabajo interior nos hace descubrir que la vida es algo más de lo que creemos

El maestro sufí Idries Shah contaba una parábola que habla de un herrero que es encarcelado injustamente y que, al parecer, de un modo milagroso logra fugarse. Muchos años después, cuando se le pregunta cómo lo hizo contesta que su mujer, una tejedora, había tejido el diseño de la cerradura de su celda en la alfombra de plegarias sobre la que oraba cinco veces al día. Al darse cuenta de que la alfombra de plegarias contenía el diseño de la cerradura de su celda, hizo un trato con sus carceleros para conseguir herramientas con las que hacer pequeños objetos, los cuales luego éstos podrían vender con beneficio. Mientras tanto, también utilizó las herramientas para hacerse una llave y un día se fugó. La moraleja de esta historia es: comprender el diseño de la cerradura que nos mantiene presos puede ayudarnos a confeccionar la llave que consiga abrirla.

Este cuento describe la condición de la mayoría de la humanidad encarcelada en el laberinto de sus propias estructuras del ego, viviendo dentro de los estrechos márgenes de aquello que consideramos que somos sin ni siquiera saber que eso es solo una pequeñísima parte de lo que realmente tenemos a nuestra disposición. Construimos patrones fijos y repetitivos con los que nos identificamos ofreciéndonos una falsa seguridad que nos limita.

En épocas de crisis, todo lo que por dentro está encarcelado aflora a la superficie proporcionándonos una pequeña visión de nuestro confinamiento, pudiendo ser el principio de nuestra posible escapatoria. Esto será así porque mientras que no seamos capaces de identificar esa especie de prisión en la que cómodamente vivimos, aunque seamos infelices, no podremos dar el paso a una nueva alternativa.

El trabajo espiritual o el trabajo interior o como cada uno quiera llamarlo, nos hace descubrir que la vida es algo más de lo que creemos, que nos espera un mundo que está más allá de nuestras ilusorias restricciones. Pero para ello necesitamos una alfombra como la del herrero y así poder saber con un mayor conocimiento cómo es la cerradura que nos mantiene cautivos ya que si no la descubrimos primero pocas serán las posibilidades que tendremos de escapar.

Al desarrollar la capacidad de estar presentes y conectar con nuestras experiencias, dejándonos sentir más que dejándonos pensar, podremos empezar a ver la realidad sin distorsiones llegando a unos niveles más profundos que progresivamente nos irán poniendo en contacto con lo que más allá de la prisión nos espera.

Quien lo probó, lo sabe.

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