La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El discurso de Jesús Vidal

Para que haya inclusión, diversidad y visibilidad tiene que haber antes una vida a la que no se haya dado muerte

En su discurso de la gala de los Goya, Jesús Vidal -filólogo, máster en periodismo y actor- dijo muchas cosas importantes. Pero sobre todo dos. Una, a los académicos: "Han reconocido a un actor con discapacidad. Ustedes no saben lo que han hecho. Me vienen a la cabeza tres palabras: inclusión, diversidad, visibilidad". Y otra, a su familia: "A mí sí me gustaría tener un hijo como yo, porque tengo unos padres como vosotros". No es cuestión de retorcer sus palabras para hacerle decir lo que no dijo. Pero tampoco de ignorar que para que se pueda hablar de inclusión, diversidad y visibilidad tiene que haber antes una vida no eliminada. Es el caso, por ejemplo, de los síndromes de Down que están desapareciendo en muchos países porque se les mata antes de nacer. Se esté o no a favor del aborto libre y se le llame así o interrupción voluntaria del embarazo nadie puede negar este sencillo hecho: se les mata.

El fundador de una empresa islandesa de investigación genética ha dicho: "Hemos casi erradicado el Síndrome de Down en nuestra sociedad. Es muy difícil que haya un chico con el síndrome en Islandia. No creo que haya nada malo en aspirar a tener unos niños saludables". ¿Al precio de matarlos antes de que nazcan? Las investigaciones genéticas son de extraordinaria importancia en la lucha contra la enfermedad. Pero estas palabras van más allá, recuperando el discurso de los eugenistas.

La eugenesia fue adoptada como método de mejora de la raza y eliminación de discapacitados por muchos países entre 1890 y 1945. Las atrocidades nazis lograron que el discurso se silenciara, pero no que la práctica desapareciera. Hace cuatro años el Gobierno sueco reconoció que entre 1935 y 1996 los gitanos fueron tratados como "incapacitados sociales" esterilizándose a 230.000 "en el marco de un programa basado en teorías eugénicas" y por razones de "higiene social y racial". ¡En la envidiable y envidiada Suecia! Esto me recuerda las terribles palabras de Günther Anders: "La transformación del hombre en materia prima ha comenzado ciertamente (si no tomamos en cuenta los tiempos de los caníbales) en Auschwitz". Al igual que hay derechos y libertades que una vez conquistados no admiten marcha atrás, también el mal conquista territorios que después no abandona. Aunque se disfrace, como en el caso del aborto, de la conquista de un derecho. Lean Modernidad y Holocausto de Bauman.

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