El día después

Es como si de tanto hablar de libertad de expresión se les hubiesen atrofiado las meninges

Lo que más me llamó la atención el pasado lunes, al ojear la prensa escrita, fue la primera página del diario El País (muy parecida a la de El Periódico). Empeñados en mostrar a Pablo Casado y, sobre todo, a Albert Rivera, en línea con Santiago Abascal, se olvidaron de contar que hubo una impresionante manifestación en la madrileña Plaza de Colón y alrededores. Pobres, me dije, acordándome de aquellos versos de Don Mendo que hablaban de locura y de Quiñones. Para el periódico de Prisa lo importante debió de ser la proximidad física, que es lo que se puede captar en una imagen, entre lo que ellos llaman la extrema derecha y las "otras derechas".

No es cuestión de entrar en valoraciones sobre el éxito (evidente), mayor o menor, de la convocatoria, pero cualquiera que hubiera estado allí, habría relatado el acontecimiento deteniéndose en detalles significativos de interés periodístico. No lo era la imagen conjunta de esos tres líderes, pues no cabría esperar otra cosa de una concentración convocada precisamente por ellos. En el grupo de referencia en el estrado, había mucho más, pero la línea editorial del periódico debía de estar tan saturada con el dictado que no daba para notar lo que sucedía fuera de la axiomática de la Empresa. De hecho, en la SER alguien comentó que el lugar para los manifestados era la Plaza de Oriente, como antaño (dixit). En el estrado había gente de UPyD, y es una pena que esa formación política que tuvo alcance, se haya quedado en cuadro. Me da que en este momento podría jugar un gran papel. Su ubicación en el centro izquierda cubriría ese vacío que va dejando un partido socialista en descomposición.

No es tan difícil calcular el número aproximado de concurrentes, basta asociar tres sujetos a cada metro cuadrado (caben holgadamente) y multiplicar por los metros cuadrados del espacio ocupado densamente: en este caso, alrededor de sesenta mil. O coger una fotografía del estadio Bernabéu lleno (algo más de 80.000 espectadores) y comparar con el de las calles aledañas al núcleo de la manifestación. En el afán por extremar el derechismo, como si eso de ser de derechas, en cuyo seno nació la democracia, fuera vergonzante, los de El País no se percataron tampoco del entusiasmo popular en torno al líder de VOX, ni de los vivas a la Constitución que se repitieron una y otra vez. Es como si de tanto hablar de libertad de expresión se les hubiesen atrofiado las meninges.

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