Aquella tarde de marzo, la lluvia caía de forma caprichosa en La Línea, a ratos torrencial con fuerte viento, a ratos chispeante, a veces concediendo una leve tregua. Como la política misma. Pedro Sánchez hizo acto de presencia en el centro de mayores de La Atunara para ofrecer un mitin a los afiliados y simpatizantes y conceder previamente una amplia entrevista a Europa Sur. Ni por asomo pasaba por su cabeza que dos meses más tarde iba a convertirse en presidente del Gobierno. Entonces afirmaba que su estrategia estaba diseñada a dos años vista, pensando en las siguientes elecciones generales porque Pablo Iglesias no le había dado "muchas razones para confiar en su eventual apoyo". Todo cambió con la sentencia del caso Gürtel y la contumacia de Rajoy. Sánchez contaba con nuevas cartas en la mano: las jugó bien, lanzó el órdago y desde el viernes es jefe del Ejecutivo. Este muerto estaba muy vivo.

En esa entrevista, Sánchez afirmó que el PSOE defendería un aumento del presupuesto para la conexión Algeciras-Bobadilla - "no es una inversión cualquiera, es una inversión de país", sostuvo- y se mostró partidario de recuperar el espíritu de cooperación con Gibraltar surgido de los Acuerdos de Córdoba, especialmente en lo referente a los derechos de los trabajadores transfronterizos y a la construcción de la terminal del aeropuerto en el lado español. En materia de seguridad, criticó la merma de los dispositivos policiales para luchar contra los narcotraficantes.

Sánchez tiene ante sí el enorme reto de dirigir España sin contar a priori con mayoría parlamentaria, aunque si de algo ha dado muestras es de contar con un tesón a prueba de bomba para lograr aquello que se propone. Con los Presupuestos de 2018 ya en tramitación y un Gobierno en fase de aterrizaje será difícil ver cambios a corto plazo. Cuestión distinta será 2019. Será el momento de tomarle la palabra al PSOE y a su secretario general respecto a las demandas que durante los últimos seis años han puesto sobre la mesa del Consejo de Ministros con escasa fortuna. En materia de infraestructuras son 1.200 millones de euros para la Algeciras-Bobadilla -nuevo trazado, vías en doble sentido y electrificadas- además del desdoble de la N-340 y los accesos norte y sur de Algeciras. Y en el ámbito de la seguridad le tocará afrontar el refuerzo la Guardia Civil y la Policía Nacional para luchar contra las mafias, tarea en la que Interior viene trabajando de manera especial en los últimos tiempos, todo sea dicho.

Una reflexión aparte merecen el Brexit y las relaciones con Gibraltar. ¿Se atreverá Sánchez a convertir el Campo de Gibraltar -o, al menos, La Línea- en una zona de tributación especial para atraer a las empresas del Peñón que quieren seguir en la UE, tal y como ha pedido insistentemente el PSOE? La hemeroteca, esa aliada del periodismo.