Antes de confiarle a la estantería lo que el libro de Manuel Vilas, Ordesa, encierra, percibo dentro de mí que todo tiembla todavía y mis manos son las terminaciones de ese trémulo estado que recorre mi cuerpo. Y cuando voy a dejar el libro me doy cuenta que no puedo abandonarlo en cualquier lado. Hay demasiada desnudez en sus páginas y demasiadas huellas que dentro de mí marcaron sus palabras.

A ver dónde dejarlo descansar para que descansen sus seres queridos, padre y madre, muertos. Me nace hacer un pequeño ritual de esos que tanto me agradan y que tan absurdos puedan parecerle a la mayoría de los mortales pero que a mí me reconfortan. A ver al lado de qué otro escritor lo coloco que no se sienta tan solo como a veces he sentido que se siente y me lo ha hecho sentir también a mí. Él que reconoce haberse quedado sin biblioteca y que tanto la echa de menos, aunque después se consuele diciendo que no eran más que libros y que los libros no son vida, como mucho un adorno de la vida y poco más que eso. Qué enriquecedor haber compartido el adorno de tu propia vida. Aquí ahora es domingo. Y mientras que él durante estos últimos días, que por circunstancias que no vienen al caso tan extraños para mí han sido, me hablaba de los muertos que tan vivos en él siguen, yo tenía la sensación contraria: como si todos los vivos que me rodean pareciesen muertos. Tenía la extraña impresión que daban más señales los muertos de Vilas que mis vivos.

Pero… volvamos a lo que importa: ¿dónde te catalogo, libro, en la estantería? En la central no puedo, todo es poesía y no queda ni un hueco. Me pongo a mirar los lomos y de repente encuentro el sitio: te voy a colocar junto a Piedad Bonet que tanto sabe del dolor de la muerte porque tú, Manuel, has perdido a tus padres pero ella perdió a Daniel, a su hijo, que se arrojó al vacío y no sé por qué me da que tú sabrás consolarla a la vez que ella sostendrá tu dolor como solo una madre lo sostiene. Al otro lado, te voy a proteger con un relato que hace un viaje invertido de la muerte a la vida de Mark C. Taylor. Creo que este sitio es perfecto y te lo mereces. Gracias por lo que me has evocado.

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