Campo chico

Alberto Pérez de Vargas

El cronista Requena, hace cien años

Conoce en Algeciras, en cuatro años, a cinco alcaldes, todo ellos del llamado Partido Monárquico

Fermín Requena en 1961, en Antequera.

Fermín Requena en 1961, en Antequera.

En los últimos días de julio de 2011; cuando la presidía Manuel Correro García, sucesor del presidente-fundador, José Pavón Manso; la memorable asociación La Trocha difundió un apunte biográfico de Fermín Requena Díaz. Me temo que acerca de él se sabe muy poco por estos pagos, no obstante haber sido, en su momento, un personaje relevante en la sociedad algecireña de entre 1916 y 1920; de su partida se cumplen ahora cien años. Europa era entonces un campo de batalla y, en España, liberales y conservadores –liderados por el conde de Romanones y por Eduardo Dato, respectivamente– dominaban el tejido en el que debatían los numerosos partidos (dieciséis) con alguna representación en las Cortes Generales. Algeciras era una ciudad de población creciente que alcanzaría en esa etapa los 20.000 habitantes.

Posteriormente, en abril de 2016, el propio Correro hizo un comentario sobre Requena en su blog (Cuaderno de Bitácora), hacia el que días atrás ha desviado un enlace desde su muro en Facebook.

El Prof. Manuel Hijano del Río, del Dto. de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Málaga, publicó, mucho antes, en 2005, en la revista Hispania Nova (nº 5) un trabajo titulado “Docencia y compromiso. Fermín Requena Díaz (1893-1973): un precedente para la historia de la educación social”, en el que analiza con criterios científicos, la vida y obra de quien –según dice– fuera cronista oficial de Algeciras en 1923: “Este análisis biográfico –escribe– de un docente andaluz pretende dar a conocer un personaje anónimo que a través de su trayectoria vital consigue elaborar un discurso a favor de la integración multicultural”. Es muy posible que este trabajo sea la fuente –a veces literal– de todos los demás que han ido apareciendo con posterioridad a su publicación.

Requena residió en Algeciras entre el mes de agosto de 1916; fecha en la que accede a una plaza de maestro, que obtiene por oposición en Sevilla; y diciembre de 1920, cuando obtiene otra en Melilla, por permuta; seguramente para mejorar su sueldo. En los cuatro años que reside en Algeciras, en vísperas de la Dictadura de Primo de Rivera, jerezano de padre algecireño, Requena conoce a cinco alcaldes, todo ellos de un llamado Partido Monárquico, y vive seis cambios en la presidencia del Consistorio.

No anda bien orientado con Almanzor ni con una geografía a la que no parecía sentirse muy unido

Mi amigo, el sabio Oteo, al que acudo cuando quiero llenar algún vacío o necesito despejar una duda sobre nuestra historia cercana, me regaló hace unos años un (no sé si llamarle) ensayo titulado Algeciras, particularizado con la frase algunos apuntes históricos. Su autor, nuestro personaje, Fermín Requena, añade al título y subtítulo, que se refiere al “período de la dominación musulmana”. Una dedicatoria completa las páginas de presentación: “Al Excmo. Ayuntamiento de Algeciras, que honró la modesta personalidad del Autor con el nombramiento de Cronista de la Ciudad”. Fechada la publicación en Melilla, el 30 de diciembre de 1921, pone de manifiesto el error del Prof. Hijano y de todos los que han heredado el aserto, que Requena fue nombrado en 1923 cronista de Algeciras; ya lo era en 1921.

Alguna cosa habría que decir, y la diré en otra ocasión, sobre el contenido de una obra breve, de 47 páginas, en un formato que recuerda a un cuaderno, en la que el autor trata de contarnos los entresijos de la Algeciras andalusí. La portada, de color verde intenso, está ilustrada con un dibujo cuyo primer plano es un jinete moro a caballo, sobre una playa y con el peñón de fondo. El dibujante es un famoso y prolífico artista sanroqueño, llamado Diego Mullor Heredia (San Roque 1881-Tánger 1958), del que hay mucho que contar, pero no es ahora el caso. No anda bien orientado Requena al referirse a Almanzor y a la geografía de un entorno al que, a pesar del título que ostentó y de algún otro síntoma de aproximación, no parece que se sintiera muy unido. Procedía de un pueblo de Huelva, Higuera de la Sierra (de Aracena), al norte de la provincia, donde se le recuerda –también en la capital– dando nombre a una calle. Circunstancias profesionales le llevaron primero a Algeciras, en donde recibió todo tipo de loas y reconocimientos, y después a Melilla. Vuelve obligado a Algeciras –efectos colaterales de la guerra– en 1940, y marcha después a Antequera donde se jubila en 1963 y fallece diez años después.

En nuestra ciudad fundó, en 1918, el semanario Lábaro Hispánico, que tuvo una gran trascendencia social. Su obra periodística, histórica, poética y literaria es considerable y muy estimable; merecerá la pena dedicarle más atención de la que cabe en este espacio. Lo haremos si Dios provee y nos da vida y salud.

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