Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

La crisis catalana

El Gobierno quita importancia a una cuestión tan grave como la integridad territorial de España

Uso como título de este artículo el mismo que se empleaba el pasado martes en los periódicos editados por el Grupo Joly. No es la mejor definición la del Diccionario de la Lengua, que dice que crisis es un cambio profundo y de consecuencias importantes, porque en el lenguaje de hoy se emplea para definir el cambio negativo durante un proceso. Da igual, porque como se usa con frecuencia (crisis económica, crisis de valores, etc.) todos sabemos lo que es una crisis. El punto culminante, o mejor dicho detonante, tuvo lugar el 1 de octubre de 2017, en que se declaró por el Parlamento la independencia de Cataluña, que sólo se mantuvo por poco tiempo, y que además fue suspendida por el Tribunal Constitucional. Aunque viene de antiguo el proceso soberanista, algunos fijan su inicio en el año 2012, cuando CiU y ERC firman un pacto de gobernabilidad y se comprometen a la celebración de una consulta de autodeterminación. En la votación del 1 de octubre de 2017, la participación fue del 43 % y votaron a favor de la independencia, el 90%. La autonomía fue intervenida.

Estos hechos son tan recientes que muchos lo recordarán, pero ahora la postura del Gobierno ha cambiado. Ha tenido dos portavoces, uno el propio presidente que sobre la premisa de que no podemos seguir así y que por encima de la pequeñez de los intereses partidistas (sic) hay que avanzar hacía el reencuentro y recuperar la concordia en Cataluña. La otra portavoz es la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que por la cartera que desempeña los oyentes piensan que tendrán malas noticias. En su discurso trae a colación principios más morales que jurídicos, con los que no quieren convencer que ya es hora de dejar de reprimir los naturales deseos de independencia de los catalanes y que el resto de los españoles cambien su actitud por otra en la que impere la bonhomía y generosidad.

En definitiva, ante una grave cuestión, como es la integridad territorial de España, se le quita importancia a la cuestión, no sólo por el Gobierno español, sino también por los partidos que los sustentan y los medios de comunicación que lo apoyan. Así que es, según nos dicen, justo necesario y conveniente permitir a un conjunto de españoles, nacidos o adoptados en Cataluña, que se constituyan en una nación, concediéndoles indultos primero, luego la amnistía, culminando con el referéndum de la autodeterminación. Al resto de los españoles no se les tendrá en cuenta en esta votación.

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