La cosas no van bien, Simón

La juventud más preparada de la historia alberga la amplia minoría más insolidaria, incívica y egocéntrica en décadas

Que nadie se confunda: las cosas no van bien, ha terminado advirtiendo/reconociendo el coordinador de emergencias del Gobierno, Fernando Simón, uno de los hombres que más nos han confundido en estos meses de pandemia (también hay elementos positivos en su gestión). La epidemia está fuera de control en algunos sitios, confiesa el experto.

A la fuerza ahorcan. El hecho objetivo es que recuperamos el desdichado liderazgo europeo en contagios por Covid-19 en proporción al número de habitantes y que los fallecidos se han multiplicado por once en un mes. Todo ello, sin perder nuestros récords anteriores de enfermedad entre el personal sanitario y caída del Producto Interior Bruto. Las cosas no van bien, no. La situación es grave, con dos matices: uno, que se contabilizan más enfermos porque se hacen muchas más pruebas diagnósticas que antes; otro, de sentido opuesto, que la mortalidad real es superior a la registrada oficialmente debido a la deficiente información oficial sobre la incidencia del mal que la Organización Mundial de la Salud acaba de denunciar.

Una de las cosas que van peor es la relajación social multiplicada tras el desconfinamiento y las desescaladas que precipitaron el Gobierno y las comunidades autónomas. La gente se creyó aquello de que habíamos derrotado al virus y que saldríamos más fuertes de la crisis sanitaria y se tomó la nueva normalidad como la imposible normalidad anterior, en un ejercicio voluntarista y extremado de recuperación de los hábitos de toda la vida. Mención especial merece la idolatrada juventud, tan transgresora, jactanciosa de su invulnerabilidad y frívola. Estaría dispuesto a admitir que es la más preparada de nuestra historia, como dijo el otro, a condición de que también se reconozca que alberga en su seno la minoría más insolidaria, incívica y egocéntrica de las últimas décadas. Con tal de pasarlo bien no les importa poner enfermos a sus padres y abuelos. Una minoría, ya digo, aunque suficientemente amplia para hacer un daño exponencial.

Las cosas no van bien, pero el curso escolar se acerca y no hay prisas por coordinar la peligrosa vuelta a las aulas, el problema número uno o dos del país a corto plazo. No van bien, pero Pablo Casado confirma que no piensa pactar nada importante con Pedro Sánchez para sacarnos del atolladero. No van bien, pero Sánchez no interrumpe sus vacaciones, de Lanzarote a Doñana, y hasta manda fotos de lo saludable que está y lo bien que las pasa.

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