El corzo

En el parque natural Los Alcornocales es una especie muy frecuente y, especialmente, en el Campo de Gibraltar

ES difícil seleccionar una especie animal o vegetal que represente nuestra comarca. Son varias posibles, pero por capricho personal escojo Eel corzo. El llamado duende de nuestros bosques. El más pequeño de nuestros cérvidos españoles y que en Andalucía sólo encontramos aquí. Un lujo del que da testimonio algún topónimo de nuestras sierras, como "Las Corzas" en Algeciras.

El Campo de Gibraltar es un lugar idóneo para el desarrollo de una especie tan frágil. La realidad es que en el siglo XIX se extendía por casi toda Andalucía, Sierra Morena, Cazorla, etc, y actualmente sólo lo encontramos en Cádiz y la zona de Málaga que se une a nuestra provincia. Las condiciones de humedad y frescor de los canutos (cabeceras de los arroyos) facilita la subsistencia de esta especie en su lugar de presencia más al sur (extremo) de Europa.

Es un cérvido muy común en Europa, pero los estudios biométricos y genéticos demuestran que nuestro corzo es peculiar. Un ecotipo o raza distinta, producto de llevar tiempo aislado en una zona límite de su distribución. Es más pequeño, de color más oscuro, mayor número de puntas de media en la cuerna, etc.En el parque natural Los Alcornocales es una especie muy frecuente y especialmente en el Campo de Gibraltar, sobre todo por la humedad que genera el levante. Es el único cérvido territorial. Marca el territorio con sus glándulas odoríferas que tiene entre las pezuñas y en la base de la cuerna. De ahí la incompatibilidad con la presencia de otras especies como el ciervo, gamo, muflón, etc. Hay una relación matemática: si suben las poblaciones de otras especies, baja la del corzo, y viceversa. Se trata de un cérvido que resulta muy atractivo por su tamaño y figura. De hecho, ha generado múltiple bibliografía, además de ser una especie muy escogida en concursos de fotografía de la naturaleza. No es extraño que nos lo encontremos en alguna caminata por la sierra. Tiene costumbres menos nocturnas que otros cérvidos. Sorprenderá siempre la primera vez que oigamos su reclamo. Es muy parecido a un ladrido de perro. Lo hace cuando se asusta y en la época de celo. Llama la atención ese sonido tan fuerte en un animal de apariencia tan frágil. Una costumbre de las hembras cuando han tenido a sus crías, normalmente dos, es ocultarlas entre la vegetación, donde se mantendrán tranquilas y solas, salvo los momentos que la madre va a alimentarlas. Esto provoca que a veces, alguna persona que campea, descubra las crías y piense que están abandonadas y con buena voluntad las recoja para salvarlas. Lo correcto es dejarlas en el mismo lugar. Les deseo que tengan la suerte de disfrutar en alguna ocasión del duende de nuestros bosques.

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