Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

La comisión

La ciudad solo será mejor en la medida en que cada paso, corto o largo, sea siempre firme y pensando en el siguiente

Una de las salidas más socorridas de todo responsable político ante una situación de crisis es crear una comisión. La misión de esta, en teoría, es analizar las causas de lo ocurrido y buscar soluciones, aunque en la mayoría de las ocasiones y pasados unos meses, todo se olvida para pasar capítulo. Tengo la convicción de que, al menos a día de hoy, no es esa la intención de José Ignacio Landaluce, quien durante su reciente paso por el hospital y confinamiento -tras enfermar y superar el coronavirus- ha tenido oportunidad y tiempo para reflexionar detenidamente sobre el futuro de Algeciras y los retos que deberemos afrontar medio a ciegas en un escenario desconocido. Por muy manido que suene y vivamos donde vivamos, las soluciones no son cosa de un partido o dos ni de una sola administración, sino del conjunto de la sociedad. Especialmente sensibles en este apartado, por cierto, deben ser las grandes empresas que operan en la comarca, algunas de las cuales siguen sin querer abrir los ojos a los problemas que existen en su entorno más cercano. Y sin contribuir a solucionarlos.

El alcalde desea crear una comisión de relanzamiento, regeneración o impulso (tomen el adjetivo que prefieran) de la ciudad y llamar para ello a consultas a los trabajadores del Ayuntamiento y a los agentes sociales y económicos, además de a otras personas que desde su ámbito profesional puedan hacer sus aportaciones. Hasta ahí, todo bien, aunque eso sea solo el principio. Landaluce y su equipo de gobierno deben decidir aún o desvelar qué contenidos y qué marco quieren dar a la comisión. Hay que evitar que en ella se acabe hablando del sexo de los ángeles o de cuestiones que deben tener otros ámbitos (ya sean demandas laborales o el modelo de acerado de las calles) y procurar el establecimiento de unos objetivos mensurables y acotados para poder evaluar pasado un tiempo si el esfuerzo ha merecido la pena o si se hace precisa una relectura de las conclusiones. Nada funcionará si cada partido, cada colectivo o persona que comparezca pretende tirar de un pico de la manta sin pensar en grande, en una ciudad que solo será mejor en la medida en que cada paso, corto o largo, sea siempre firme y pensando en el siguiente.

Hay tareas de sobra en materia de atención social, dirigidas a las miles de personas que en esta crisis han perdido pie y bracean en mitad del agua a la espera de un salvavidas, pero también en el ámbito del empleo, la formación, la educación… Y en otras materias que definen y dan sentido a las ciudades, desde el urbanismo a la cultura, pasando por la equidad hombres/mujeres (¿quiénes cuidan en nuestras familias de los niños, de los ancianos, de los dependientes?), por la participación social en la toma de decisiones o el medio ambiente. ¿Acaso no notamos todos el aire más limpio y menos ruidos gracias a la reducción del tráfico de vehículos? ¿Por qué no ser valientes y apostar por las personas con una semipeatonalización permanente, mediante bolardos retráctiles, en las calles Capitán Ontañón, Sevilla o Trafalgar?

Postdata. Escena final: Landaluce (José Ignacio) contempla el horizonte de grúas desde la puerta del Ayuntamiento, protegiéndose de la lluvia bajo un paraguas. "Gerardo: ¿Qué dirá de mí la historia?".

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