En los tiempos de la tele en blanco y negro y UHF, los yanitos, al igual que el resto de españoles, tan solo podían seguir en sus televisiones la 1 y la 2 de TVE, razón por la cual los niños de la Roca aprendían de forma natural nuestro idioma mientras veían Barrio Sésamo a la hora de la merienda. El desarrollo de la TV permitió con los años la llegada a los hogares de Gibraltar de las emisiones de la BBC y de otros canales anglosajones, aunque con ello se interrumpió esa sencilla forma de aprendizaje del castellano, hasta tal punto de que hoy en día es a veces complicado encontrar a un gibraltareño menor de treintaitantos que domine de forma ágil nuestro idioma. La miopía de los políticos de uno y otro lado de la Verja para acabar con las líneas fronterizas que separan a los pueblos y anteponer los intereses de las personas hizo el resto. Los nacionalismos ocultan tras las banderas y enemigos imaginarios su ausencia de ideas. Ni Gibraltar apoya como debiera el aprendizaje del español en sus escuelas, pese a los evidentes beneficios que ello reportaría a sus alumnos, ni España se plantea recuperar, que se sepa, la sede del Instituto Cervantes en el Peñón para la promoción de la cultura hispana, pese a que este fue durante su breve existencia un pacífico caballo de Troya a solo unos pasos de Main Sreet. Sin comunicación es imposible el entendimiento con el vecino.

Con estos antecedentes no es extraño que no estén siendo ni fáciles ni productivas las reuniones que las delegaciones de España y Reino Unido llevan manteniendo desde hace meses para tratar de llegar a un acuerdo previo al Brexit que haga la vida más fácil a los ciudadanos de la comarca. ¿O acaso no se trata de eso? Desde una y otra parte se han hecho pronunciamientos en favor de la permeabilidad de paso por la Verja para los miles de individuos que la cruzan a diario en ambos sentidos, pero más bien parece que ese objetivo está siendo postergado hasta en tanto no se pacten cuestiones previas. Ahora bien, a España le asistirá la razón mientras Gibraltar mantenga su negativa a facilitar a las autoridades europeas información fiscal completa respecto a las actividades de las empresas domiciliadas en la Roca, con la competencia desleal que es representa para el conjunto de la UE, así como sobre las abultadas operaciones de compra-venta de tabaco, que derivan en el contrabando y en un enorme volumen de fraude para la Hacienda española. ¿A qué responde si no que Gibraltar sea la tercera economía mundial en PIB per cápita a nivel mundial? Seamos serios y abramos los ojos. Fue a eso, precisamente, a lo que se refirió José Borrell el pasado jueves en su comparecencia en el Congreso, aunque a la hora de explicar las consecuencias de todo ello erró al describir el Campo de Gibraltar como un territorio "subdesarrollado". El ministro hizo una mala sinécdoque y confundió una parte con el todo. Es indudable que en la comarca hay zonas marginadas socialmente que padecen una grave situación, pero con Brexit duro o con Brexit blando, el Gobierno debe ser consciente de la deuda histórica que el Estado mantiene con esta comarca y de la necesidad de saldarla.

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