Cosas que pasan

Ricardo Castillejo / Rcastillejo@grupojoly.com

El club megaguay

ESTÁN súpercontentas de pertenecer al club megaguay. Vaya, estas maxiestilosas nuevas referentes de la jet set muestran sin reservas sus multidientes, dientes para confirmar, lo feliz que se vive en la cresta de la ola, o sea.

Tamara, la hija de Isabel Preysler, concedió el otro día su primera entrevista en un plató de televisión a Ana Rosa Quintana que, orgullosa del mérito, presume cada día de grabación en su programa. No es para menos. Inaccesible hasta ahora como su madre, los secretos de la casa del retoño de la reina de corazones quedaron al descubierto en una charla donde, por ejemplo, se desvelaron lindezas como que Isabel cena sopa para que hinche más -con lo que engorda menos- o que la última vez que lloró fue porque "mamá" no le dejó ponerse uno de sus trajes. ¡Qué cuqui y qué linda!

De todas formas, aunque la suya sea la mejor maestra, todavía tiene mucho que aprender para llegar a ser socia honoraria del grupito de las chachis chachis que, entre el diseño, la televisión y otros varios de signo más desconocido, suelen orientar unas estresantes jornadas en las que no tienen tiempo de nada, te lo juro.

Y si no, crucen el charco y contemplen el ejemplo de Paris Hilton que, por momentos más desheredada, ha abandonado la vida contemplativa y se ha pasado al duro mundo laboral, grabando vídeos de porno-humor (término que invento para justificar las risas que me echo cada vez que veo a la Hilton en la bañera haciéndole carantoñas al teléfono). No obstante, sus esfuerzos no son suficientes para que Santa Claus se congracie con ella y, según opinan los niños americanos, es la primera candidata -junto a Britney Spears- a recibir carbón como regalo de Navidad. ¡Pobrecita la nena!

Menos mal que siempre nos quedarán Tamara y Ana Obregón, sexy, sexy, sexy, pero sufridora de una conspiración en contra de su hiperoperada figura. A la novia de Darek parecen volvérsele todos los perros pulgas y, donde antes se escuchaba guau, guau, ahora se dice: zape, zape. Los gatos negros, mejor lejos.

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