La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El cine como desafío educativo

Movistar se suma a TCM o Filmin: nunca lo mejor que el cine ha creado ha estado tan alcance del gran público

Bienvenido sea el nuevo canal Movistar Clásicos que inició su emisión hace una semana ofreciendo en su primer día de vida obras de Capra, Lang, Donen, Leone, Scorsese, Kubrick, Tourneur, Hathaway o Stevens. Para este mes están programadas, además de obras de los grandes de Hollywood que son el grueso de la oferta, películas de Ozu, Buñuel, Olivier, Reed, McKendrick o el Lang de la etapa alemana. Y joyas en su día infravaloradas -si no ignoradas- por los prejuicios de la crítica hacia determinados formatos o géneros como La isla misteriosa de Enfield/Harryhausen o La mujer y el monstruo de Arnold, además de musicales y westerns hoy considerados obras maestras esenciales y en su día tratados despectivamente.

En unión de TCM, también integrado en la oferta de Movistar+, y del lujo de la plataforma Filmin, lo mejor producido por el cine a lo largo de más de un siglo está al alcance de la mayor parte de los telespectadores. ¿Todo ya visto y sabido? En absoluto. Los clásicos -ya sean del cine, la literatura o la música- nunca están vistos, leídos y oídos del todo. Cada nueva visión, lectura o audición -porque nadie se baña dos veces en la misma película, el mismo libro o la misma obra musical según pasan los años- es de alguna forma nueva. Debería dejarse atrás el lastre del "ya la he visto", impensable en otras formas de creación, con el que carga el cine.

Mucho más importante aún es que miles de nuevas miradas aguardan a estas películas. Hay consenso en que el conocimiento de los clásicos de la literatura, la pintura o la música forma parte del proceso educativo. Pero no sucede lo mismo con el cine. Ignorar quienes son Cervantes, Velázquez o Beethoven, y no haber leído, visto u oído nunca algunas de sus obras, se considera un déficit educativo. No sucede lo mismo con Chaplin, Ford, Ozu, Eisenstein o Renoir.

Sé que los padres de hoy que quieran educar a sus hijos en el aprecio del cine tienen que luchar con este prejuicio y con la formidable competencia de la oferta audiovisual servida a través de los más variados medios. Sé que para el ojo joven hecho al actual ritmo audiovisual las obras maestras del cine le parecen intolerablemente lentas. Pero también sé que nunca lo mejor que el cine ha creado ha estado tan alcance del gran público. Este es el reto de los padres y los educadores.

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