Todavía pueden verse en los márgenes de la A-405 que une Miraflores en San Roque con Gaucín, las señales que la Junta colocó hace unos 20 años advirtiendo a los automovilistas de que esa era una ruta muy frecuentada por ciclistas. Eran tiempos en que los políticos apostaban por el deporte popular llegándose incluso a inaugurar un carril bici de 7 kms. entre las estaciones de San Roque y Castellar con el firme propósito de que antes de acabar la legislatura la mencionada vía exclusiva para ciclistas se alargaría hasta Ronda. Como es natural la promesa cayó en el olvido y muy a nuestro pesar los ciclistas seguimos compartiendo la calzada con los automovilistas, confiando en su buena voluntad y, sobre todo, en el poco tráfico de los fines de semana. La carretera es calamitosa, prácticamente sin arcén y en los pocos tramos en que este existe está plagado de piedras, cristales y basura o invadido por la vegetación. El asfalto cuarteado, sembrado de baches y con enormes grietas, parece estar acechando para engullir las delgadas ruedas de las bicis, se diría que, tal vez en "solidaridad" con la achacosa vía del tren a la que corre paralela, la carretera es más propia de Namibia o Senegal que de un país europeo. Por ella circulaba yo con mi bici el domingo cuando un operativo de la Guardia Civil instalado en las cercanías de San Pablo de Buceite hizo que me detuviese, no -¡qué más quisiera yo!- por exceso de velocidad sino ¡por suponer una peligrosa amenaza para tres supuestos vehículos que venían tras de mi y que, amedrentados por mi presencia, no podían adelantarme! O bien yo con mi bicicleta soy el nuevo superhéroe de Marvell y pronto compartiré pantalla con Iron Man y el Capitán América o bien el guardia civil (quizá sorbido el seso por las series policiacas, los modernos libros de caballería) vio como Don Quijote: gigantes donde solo había molinos. Con el maillot y el culote debí parecerles un personaje sospechoso ya que me interrogaron acerca de mi procedencia y mi destino. Por un momento creí volver a mi época universitaria en la que tan frecuente era que miembros de la benemérita -o de los "grises"- te interpelaran, por la cara y sin derecho alguno, sobre cuándo, dónde y con quién te reunías. Una vez satisfecha su curiosidad el episodio se zanjó con una multa de 80 euros (susceptible de un descuento del 50% por pronto pago). Mientras que en Holanda, Suiza, Dinamarca… e incluso muchas regiones españolas arriba de Despeñaperros, se prioriza la bicicleta sobre los vehículos de motor de combustión en razón de la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad ambiental, aquí los automovilistas no tienen de que preocuparse ya que la Guardia Civil mantiene a raya a uno de los colectivos más peligrosos del Campo de Gibraltar: los malvados ciclistas de fin de semana. Tan desquiciado como cierto: los pájaros disparando a las escopetas.

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