Cambio de sentido

Las chicas rurales

La importancia de las mujeres andaluzas en el ámbito rural aún está por reconocer y contar

Cantiñea mientras escamonda el patio, baldea la puerta, le hace al paso carantoñas al bebé, que a su vez se desbarata -sonajerillo en mano- de alegría. Ahora viene una mujer a echar horas a la casa del pueblo. Es una antigua conocida, nos abrazamos al vernos, nos ponemos al día. Pronuncia las palabras separada, rehacer, mi chiquilla, voy tirando, el verdeo, pelar almendras, por la noche en el pub. Pregunto por una amiga en común. Dice jornales, dice la niña, sus estudios, dice el divorcio, hacer gentes, dice palante. En lo de mi abuela, haciendo equilibrismos sobre una escalera, la mujer que la cuida y yo intentamos colgar las cortinas recién lavadas. No hay manera. Muertecicas de risa, nos sentamos a charlar. Su historia, que cuenta sin drama, mejor no referirla aquí sin su permiso. La prima, que el año pasado acabó empresariales, lleva ahora de las cosas del campo. En el bar, me encuentro con una de las integrantes de una asociación de mujeres que hay en esta sierra. Se iban a juntar al día siguiente en una aldea cercana para hablar del percal. "Subvencionada" se apresurarán -ya saben- a llamarla quienes niegan el papel de las mujeres en nuestros pueblos y las difíciles circunstancias que atraviesan no pocas, con fatigas dobles por su condición de mujer (en los pueblos, el fantasma de Bernarda Alba, de la ley implacable que introyectó y proyectaba, aún arrastra sus cadenas).

Miradlas: son las chicas rurales, y las cuento por millones. En Andalucía hay 2,2 millones de mujeres en el ámbito rural. Trabajan en los campos, venden sus productos, ejercen -tantas veces solas- los cuidados, la crianza, las labores del hogar. Muchas administran la economía, aunque la propiedad suele tener nombre de hombre. Las más viejas atesoran saberes y palabras arcaicas y nutricias. Madre no habrá más que una, pero co-madres de sus nietas, sobrinos y vecinillos son tantas de ellas. Todavía hay quienes (mujeres y hombres, pues la maledicencia y el machismo no es cuestión de sexo sino de seso) señalan con el dedo a las más lanzadas, dicen "mira esa". Las circunstancias que han vivido y que muchas de ellas continúan viviendo las sitúan en clara desventaja de condiciones económicas y sociales, derechos efectivos y libertades que los hombres de su entorno. Se afanan en sacar la cosa adelante. No sé de dónde sacan el poderío. El 15 de octubre celebran su día. La vital importancia de las mujeres andaluzas en el ámbito rural aún está por reconocer y contar.

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