Últimamente, el Polígono Las Marismas de Palmones entraña en un enorme paralelismo con la casa del terror de los parques de atracciones: uno nunca sabe dónde se va a llevar el susto, pero sabe que va a llevárselo. Hay una serie de carteles con nuevos desvíos que han conseguido que nunca se sepa a ciencia cierta si viene o va. Y no hace falta mucha imaginación para comprender lo difícil que es hacer creer a alguien que uno está apenas a unos metros, que son las doce y pico del mediodía pero que igual no puede llegar al almuerzo. Los políticos fueron incapaces de predecir hasta qué punto aumentaría la afluencia de ciudadanos a esa zona en momentos de máxima venta, sobre todo porque ellos se han empeñado en dejar las ciudades sin aparcamientos para poder cuadrar sus sospechosos presupuestos. Es como lo de las luces entre Algeciras y Palmones. De la Encina afirmó que en diciembre. Pero no dijo de qué año.