La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El camarote de la Madrugada

La carrera oficial es el camarote de los hermanos Marx: los mismos metros y cortejos cuadruplicados

Primero llegan las camareras para cambiar sábanas y toallas, y tras ellas el fontanero para arreglar la calefacción, la manicura ("¿quiere las uñas largas o cortas?" le pregunta a Groucho; "Déjemelas cortas que aquí va faltando sitio" le contesta), el ayudante del fontanero, una señorita buscando a su tía Micaela, una limpiadora ("tendrá que empezar por el techo que es lo único que no está ocupado todavía" le aconseja Groucho), cuatro camareros con las bandejas... Cuando llega Margaret Dumont y abre la puerta el famoso camarote explota como si hubiera reventado la compuerta de una presa.

Es la más fiel imagen en broma del serio problema de la Madrugada. El camarote, invariable desde hace más de un siglo, va de la Campana a la Puerta de Palos. Las camareras, los fontaneros, la manicura, la limpiadora, la señorita que busca a su tía Micaela y los camareros son los cortejos que han aumentado hasta apelotonar ese espacio que no ha crecido ni un metro. Con el agravante de que el tiempo tampoco puede estirarse después que la Madrugada se adelantara una hora. Por delante está el Jueves Santo y por detrás los oficios en la Catedral. Ni más metros, ni más tiempo y cortejos que han cuadruplicado su número.

Hace pocos días el compañero Juan Parejo, recogiendo datos y previsiones facilitadas por las hermandades, planteaba un horizonte posible de 4.000 nazarenos en la Macarena, a los que habría que sumar los armaos, cerca de 3.000 o más en la Esperanza de Triana, 2.600 en los Gitanos, 1.400 en el Silencio -cifra parecida a 2019- y un leve aumento en el Calvario. En cuanto al Gran Poder, en El llamador dijo un responsable de la hermandad que se podrían superar los 3.000 nazarenos y que el número de solicitudes de hermanos que residen fuera de Sevilla ha aumentado un 25%.

Ya se verá, que no es cuestión de ponerse en lo peor. Pero de acercarnos a estos números las hermandades tendrán que asumir un reto dificilísimo de cumplir y hacer sacrificios añadidos a los que muchas (no todas) ya hacen. En el caso del Gran Poder, desde hace más de medio siglo. Se han perdido dos años -una especie de triste bienio sabático impuesto por la pandemia- para pensar y repensar, proponer y reproponer, estudiar y reestudiar posibles alternativas. No se ha hecho. Y el pato lo pagarán, como siempre, los hermanos nazarenos aguantando parones o teniendo que formar de a tres o cuatro.

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