Entre lo positivo que nos deja la pandemia, destaca el fortalecimiento del turismo nacional. Viajar al Caribe o a los Fiordos puede convertirse en una pesadilla en lo burocrático (certificados de vacunación, pruebas PCR, …) , y se ha entendido que es más prudente quedarnos en las playas de nuestra Andalucía o visitar las rías gallegas, a cambio. Casi que mejor, ¿no?

Y la oferta turística del Campo de Gibraltar roza la excelencia, de la que algunos saben, pero que mucho desconocen; salvo Tarifa o Sotogrande, cuyas marcas están más que consolidadas a un altísimo nivel internacional.

Las playas de todos los municipios costeros, y el atractivo interior que ofrece el entorno de los Parques Naturales de Los Alcornocales y de El Estrecho, conforman una combinación de lujo. El que nos vea como una zona exclusivamente industrial o portuaria, o de conflictividad social, claramente torpea. Pocas zonas ofrecen el atractivo de ésta, y no hay más ciego que el que no quiere ver.

Mi amigo Fernando Alberich Arjona (bisnieto de Don Ventura), cónsul campogibraltareño en las Baleares, una vez le hizo una lista de los 100 lugares a visitar en la comarca, a alguien que le preguntó que había por aquí. En una semana de estancia por ejemplo, puedes disfrutar de cualquiera de nuestras playas y sus chiringuitos, degustar la oferta culinaria de Palmones que nada tiene que envidiar a restaurantes de toda España, de La Almoraima o las sierras de la comarca, del Mercado Ingeniero Torroja, conocer pueblos con encanto como Jimena o Castellar Viejo, o realizar actividades de ocio y deporte de todo tipo.

El remate llega si le unimos la cercanía que ofrecemos a la Costa del Sol, a Ceuta, Marruecos y Gibraltar, a las Sierras de Grazalema y Ronda, así como al resto de la provincia de Cádiz.

Esta sinergia de turismo nacional no se puede perder, y la Mancomunidad tiene un importante papel para ello, dando a conocer nuestra oferta común, más allá del stand que todos los años se ocupa en Fitur. La presencia en redes digitales es fundamental porque cada vez más el turista se auto-organiza sus vacaciones sin utilizar grandes operadores.

Pero más importante aún es qué algunos de los que aquí habitan, dejen de comparar con otros lugares de fuera, de indudable encanto y belleza, y abandonen la frasecita “aquí no hay de nada”. Pongamos en valor lo que tenemos, y que se nos llene la boca de orgullo defendiéndolo y promocionándolo. Seguro que no tenemos la Judería de Toledo o la Catedral de Burgos, pero más quisieran allí tener lo que nosotros disfrutamos.

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