La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¡Una cajera ministra! ¿Y qué?

Encuentro miserable y clasista que se use contra Irene Montero que haya trabajado como cajera

Vayamos por partes. Es cierto que sobran políticos de guardería, con o sin título universitario, que han entrado en las juventudes de sus respectivos partidos sin que se les conozca otra actividad y se han instalado en la política como único oficio. Por eso, si son de medio pelo y no pueden aspirar a puertas giratorias, sus partidos tienen que recolocarlos cuando las cosas vienen electoralmente mal dadas: las criaturas nunca han sabido ganarse la vida. Es cierto que quienes los eligen son los ciudadanos, pero antes los han tenido que colocar en las listas los prebostes de sus partidos en función de sus capacidades o de sus habilidades maniobreras (visto lo visto parece más decisivo lo segundo que lo primero). No quiero ofender a nadie, pero si repasamos los nombres de quienes ocuparon los primeros puestos en las listas de todos los partidos en las dos o tres últimas elecciones municipales, autonómicas y nacionales no encontramos precisamente un despliegue de inteligencia.

Dicho lo cual encuentro miserable que se pretenda usar contra Irene Montero que haya trabajado como cajera de supermercado. ¿Y qué? ¿Es deshonroso? ¿Incapacita? Este prejuicio claramente clasista viene de antiguo. En Casa desolada de Dickens, Sir Leicester Dedlock se indigna porque el hijo de su ama de llaves, que se ha hecho a sí mismo como industrial, se presente a la Cámara de los Comunes por su circunscripción. Y tampoco tiene que ver con dictaduras o democracias. Pasó un preboste sevillano por Tánger allá por 1959 ó 1960 y cuando mi padre le preguntó cómo estaban las cosas por Sevilla le contestó: "No pueden estar peor… Con decirte que un periodista ha llegado a presidente de la Diputación". ¡Y se lo decía a otro periodista, como si mi padre debiera compartir, consciente de su nada, el escándalo ante tal desafuero!

Al parecer hay quien en 2020 piensa como Sir Leicester Dedlock en 1853 y quien lo hace en democracia como si estuviera en dictadura. ¡Una cajera de supermercado ministra! Pues muy bien. Recuerdo que uno de los mayores elogios que se hacía de la democracia americana era que un granjero sin estudios superiores que trabajó en una estación de ferrocarriles, en una oficina de correos y en una mercería, llegara a presidente de los Estados Unidos. Se llamaba Harry S. Truman. No soy precisamente fan de la señora Montero ni de su partido. Pero el clasismo me repugna tanto como el racismo.

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