Crónica Personal

La bronca

Pedro Sánchez puede sentirse tentado a buscar nuevos apoyos para asegurarse la continuidad

Hace meses que se vive un estado permanente de tensión entre los ministros socialistas y los de Podemos, pero esa tensión se ha convertido en bronca. En el Consejo y también en el Congreso de los Diputados, donde la portavoz Adriana Lastra pasa olímpicamente de las exigencias que le llegan de Pablo Echenique. Por otra parte, Iglesias, Asens y Echenique no pierden la oportunidad de lanzar dardos -envenenados- a sus socios de gobierno en cuanto se encuentran ante un micro o una cámara.

Podemos denuncia que no se cumplen los acuerdos de la coalición; los socialistas responden que, más allá de los acuerdos supuestamente incumplidos, no pueden admitir iniciativas que chocan contra lo que siempre ha defendido el PSOE, son de imposible cumplimiento o no tienen más objeto que presentar a Podemos como el único partido sensibilizado con causas sociales.

La Ley Trans ha enfurecido al PSOE en general y a las feministas socialista en particular. La consideran inadecuada y que además echa atrás el esfuerzo de años por potenciar el papel de la mujer y equipararla al hombre. Como reacción al rechazo, Podemos no ha querido apoyar la Ley de Igualdad de Trato que tenía el sello del PSOE. A todo ello se suman profundas discrepancias respecto a leyes relacionadas con los okupas, pensiones, Ingreso Mínimo Vital, el Sahara, la Corona y la Justicia. Y ahora Podemos alienta las manifestaciones violentas a favor Hasel.

Cantidad de socialistas comentan en privado que es intolerable que el vicepresidente segundo defienda propuestas disparatadas simplemente para dar relevancia a su mujer, que ha demostrado sobradamente lo que se suponía desde el primer momento: que no tenía la experiencia, entidad ni madurez suficiente para ser ministra. El miércoles Iglesias cargó contra los medios de comunicación proponiendo censura y sanciones a propietarios y periodistas.

Iglesias, sin embargo, no se plantea dejar el Gobierno, está tan seguro de que Sánchez lo necesita para mantenerse como presidente, que tira permanentemente de la cuerda hasta el punto de amenazarle si no respalda las propuestas de Irene Montero. Un riesgo ese tipo de amenazas: pasadas las elecciones catalanas, que fueron un triunfo para los socialistas, Sánchez puede sentirse tentado a buscar nuevos apoyos para asegurarse la continuidad. De momento, ha iniciado una aproximación a Casado, para que, desde fuera del Gobierno, respalde políticas de Estado que no permiten demora.

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