¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Más bochinche

Sánchez ya ha vendido a los constitucionalistas catalanes, ¿por qué no iba a hacer lo mismo con los venezolanos?

Cuando éramos pibes, algunos bares de Tenerife estaban presididos por un retrato de Carlos Andrés Pérez vestido de dignatario bananero, con gran despliegue de gomina y banda presidencial tricolor. Eran los negocios de los isleños que habían emigrado a Venezuela durante los años más duros de la posguerra, muchas veces jugándose el pellejo en unas embarcaciones similares a las pateras; locales de tipos rudos que hablaban un español desganado y que, en cuanto consiguieron ahorrar unos dólares, regresaron al archipiélago para montar unos antros en los que la salsa sonaba a todo trapo en radiocasetes japoneses. El porqué rendían culto al retrato de semejante pájaro es algo que se nos escapa. Algún tipo de aprecio le tendrían. Hoy, sin embargo, en los locales de la muy amplia comunidad venezolana en Canarias no se ven retratos de Chávez o Maduro. Acabarían en el pilón. Carlos Andrés Pérez fue un corrupto insomne, pero no jodió el país como lo han hecho los bolivarianos, quienes además de ladrones han convertido a Venezuela en erial sin libertades ni plata. Como diría el general Miranda: "Esa gente sólo sabe armar bochinche".

Bochinche fue también el que vivimos el miércoles en el Congreso de los Diputados durante una sesión en la que el Gobierno se empeñó en seguir mintiendo a los ciudadanos sobre la entrevista en Barajas entre el ministro Ábalos y la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, cuyo dulce nombre de telenovela no debe esconder la siniestra realidad de un régimen sátrapa. Hay voces que apuntan a que Ábalos ha sido un pardillo al que alguien de su propio partido metió en la boca del lobo (¡ay los compañeros de lucha!) pero, mientras todo esto se aclara , sería un detalle de elegancia política contar de una vez por todas la verdad y no marear al personal con versiones y contraversiones cada vez más increíbles.

Sin embargo, más que el breve encuentro Ábalos-Rodríguez, lo que llamó la atención de la sesión en el Congreso fue el cambio de actitud de Pedro Sánchez hacia Venezuela. El presi ha pasado de ser ferviente defensor de la legitimidad gubernamental de Juan Guaidó a rebajarlo a jefe de la oposición. No es nada personal, Sánchez es así, un hombre capaz de sacrificarlo todo con tal de seguir en una poltrona que ahora sólo le puede garantizar Podemos, el fiel aliado de Maduro en España. El presidente ya ha vendido a los constitucionalistas catalanes para contentar a ERC, ¿por qué no iba a hacer lo mismo con los demócratas venezolanos? Bochinche, sólo bochinche.

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