Hubo un tiempo en que los niños (religiosos o descreídos) estudiábamos los Evangelios durante el bachillerato. A través del atribuido a Mateo supimos que Jesús caminó sobre las aguas del lago Tiberiades. Semejante prodigio se produjo después de la multiplicación de los panes y los peces cuando sus discípulos embarcaron mientras él se retiraba a orar. Al anochecer se levantó una tempestad y el Mesías acudió en auxilio de los suyos adentrándose a pie en el lago. Al verlo, los apóstoles le tomaron por un fantasma. Jesús les tranquilizó y animo a Pedro a salir de la barca. Al hacerlo tuvo miedo y se hundió. Tras "pescarlo" Jesús le lanzó un reproche: ¡Hombre de poca fe!, ¿por qué dudaste? Le devolvió a la barca y en ese instante el viento se calmó.

El pasaje bíblico me vino a la mente al contemplar el cartel anunciador de la Semana Santa de Algeciras. En el aparece Jesús caminando sobre las aguas de la bahía y con las fachadas de varias parroquias algecireñas como telón de fondo. Dejando de lado la licencia que -en gesto un tanto chovinista- se toma el artista de equiparar el Mar de Galilea con la Bahía de Algeciras, lo que más llama la atención es la propia figura de Jesús que nada tiene que ver con aquél que impartía su ministerio por los alrededores de Cafarnaúm sino que la imagen que pisa las calmadas aguas locales, es un Cristo resucitado (los estigmas de su cuerpo le delatan) y, según el evangelio de Juan, lo más cerca que estuvo del agua el resucitado fue en la orilla del lago israelita para obrar una especie de milagro post mortem llenando de peces las redes vacías de sus discípulos.

No es raro que tan flagrante anacronismo haya pasado desapercibido, si se piensa que hoy no se estudia la Biblia (ni la Historia, ni la Geografía… ni nada) y que en cierta manera nos igualamos con la gente del Medievo en cuanto a analfabetismo (el nuestro funcional y el de ellos "stricto sensu").

En el pasado la Iglesia ideó la llamada "biblia del pobre" un método para que el pueblo conociese las Escrituras mediante los pictogramas y relieves que decoraban las paredes y vidrieras de los templos. El tema más común de estas representaciones es la vida de Cristo constituyendo verdaderas obras de arte, en las que, por supuesto, jamás se alteran los sucesos relatados en los Evangelios para no desconcertar a la ya de por si ignorante feligresía. En el caso de este cartel no es ya que se confundan hechos evangélicos, sino que, dándole una patada a la Historia Sagrada, se mezcle incluso con el Antiguo Testamento al incluir en una esquina de la pintura… ¡la despistada paloma con una rama de olivo que Noé envió para cerciorarse del fin del Diluvio! (Génesis 8:11).

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