La esfera armilar

Alberto P. de Vargas

Más barreras

NO encuentro la palabra para calificar la actitud de nuestras autoridades con las personas que tienen limitaciones motóricas. Me sale “desprecio”, pero no quisiera imaginarme que es algo así, por más que despreciar es, en sentido estricto, desapreciar, no apreciar: no tener en cuenta, no considerar. El uso despectivo del vocablo, me invita a no emplearlo a pesar de ser el primero entre los que se me ocurren. Creo, más bien, que se trata de lo que los católicos denominamos “pecado de omisión”. Falta, en cualquier caso, pero no tan grave en la intención como en las consecuencias de haberla cometido. Probablemente sea ignorancia, dejadez, despreocupación. No sé, pero lo cierto es que no percibo una mínima voluntad política por mejorar las grandes y numerosas dificultades que nuestros semejantes con dificultades para desplazarse, encuentran por todas partes. Estuve estos días atrás viendo unos apartamentos que acaban de entregarse en la barriada algecireña de San García. Seguramente habrá otros sitios parecidos, pero cada vez que voy tengo la sensación de estar ante una de las actuaciones urbanísticas más lamentables de cuantas puede uno imaginar que va a tener ocasión de ver. Todo lo que se tiene ante sí en los aledaños de la ensenada de Getares es una manifiesta tolerancia ante la agresividad inmobiliaria. Cuando sucedió, disfrutábamos de un ayuntamiento de mayoría socialista que compartía con el resto de municipios del Campo de Gibraltar las preferencias por la izquierda progresista, nada capitalista, de nuestro electorado comarcal. El denostado franquismo ya quedaba lejos y nos deja ahora sin poder culpar a los alcaldes y concejales de aquel tiempo, del horrible espectáculo paisajístico que se contempla cuando se anda buscando el mar hacia el sur del término de Algeciras. Las otrora bajadas a la playa por caminos trazados por el paso de la gente, ahora son ristras de construcciones amontonadas y de mal gusto que hieren la sensibilidad del más duro de los observadores. Ahora ya sabemos que incluso se cometieron irregularidades en las expropiaciones especulando con terrenos que se entregaron a promotoras inmobiliarias para sus trajines. En los apartamentos a que me refiero, una plataforma elevadora permite sortear el obstáculo de cuatro o cinco escalones. Una vez ello no hay menos de otros quince o veinte repartidos en dos ejes perpendiculares sin elemento alguno que pudiera facilitar el acceso de una persona que hubiera de servirse de una silla de ruedas. No sé cómo Urbanismo mira para otro lado concediendo licencias de habitabilidad a esta especie de burla compartida por constructores y arquitectos.

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