La otra mirada

Jose Luis Tobalina

Los autenticos heroes

SOY consciente de que voy con cierto retraso si le digo que ayer pude ver, en casa y convaleciente de un inoportuno y molesto dolor de estómago, la película sobre la batalla de las Termópilas y la resistencia de los espartanos, con Leónidas a la cabeza, frente al todopoderoso ejército persa de Jerjes I. Independientemente de los históricos que tiene la cinta (sólo hay que remitirse a la propia Historia para corroborarlo), lo cierto es que lo que más me impresionó de todo (al margen, claro, de la calidad del trabajo cinematográfico) fue la determinación de ese rey al frente de su pequeño ejército defendiendo lo más preciado que tenían en ese momento los griegos, su libertad. Esa lealtad al honor y a sus propios principios sirvió de ejemplo a generaciones posteriores. Hoy en día, en estos tiempos que corren, son muy pocos los héroes que nos quedan, y los que lo son están casi en el anonimato pues ya no le interesan a la globalidad, más preocupada en otras cuestiones como el dinero o la calidad de sus propias vidas. Seguimos llamando sociedad a este conjunto de personas con las que convivimos, pero es indudable que lo hacemos desde la individualidad más absoluta. Ya no se busca un desarrollo global, sino el egoísta y pocos son los que logran mantenerse fieles a esos principios personales que son los que marcan nuestra existencia en este mundo y que contribuyen a que mejore. Después de buscar y rebuscar logras encontrar a alguno que se encuentre en esa situación de poder decir, "soy libre porque me guío por mi propio convencimiento y nada, ni nadie, podrá sobornarme". A casi todos nos subyuga algo, ya sea externo, aprendido o autoimpuesto, que nos impide el pleno crecimiento personal y, claro, después vienen los problemas. No obstante, en los últimos tiempos estoy conociendo a personas que son capaces de decir basta, y reconducir su vida hacia posturas personales mucho más sinceras. Esos son los héroes a los que antes hacía referencia. Son personas que durante años han luchado contra el sistema desde el sistema, como hizo Leónidas, y que ahora han decidido reconducir su actividad lejos del mismo tras no haber logrado que le fuera reconocido un ápice del gran trabajo que desarrollan. Y se tienen que marchar fuera, a otros lugares, para aplicar sus conocimientos y descubrimientos. La razón, muy sencilla: todo lo que no está en la norma es desechado radicalmente por la sociedad porque lo entiende como una agresión a lo que se ha montado desde la artificialidad y el dinero. Y lejos de desanimarse, esas personas siguen trabajando en lo que creen, pero desatadas ya de las cadenas que otros habían puesto en sus muñecas y tobillos. No se si serán 300 ó 3.000.000. Lo que si sé es que son a los que hay que tener en cuenta porque no te venden a cada instante humo, sino que te narran sus frustraciones, te demuestran que son seres humanos y, encima, te tienden una mano para que puedas levantarte y seguir caminando por esta vida cada vez más y más desquiciada.

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