Crónica Personal

El auténtico Pablo Iglesias

Para su desgracia, ha topado con periodistas y medios que no se dejan avasallar y siguen con su trabajo de investigación

El Pablo Iglesias de verdad es el que vemos ahora, su cara oculta ha salido a la luz con el caso Dina. Ya se había visto que sus denuncias contra "la casta" no eran más que un slogan con el que conseguir simpatizantes para su partido; su afán de parecerse a los ricos a los que decía detestar era incluso superior a su afán de poder político. Está claro que no se está dejando la piel en la Vicepresidencia para sacar adelante sus propuestas de su programa, no le ha importado dejarlas de lado con tal de mantenerse en el Gobierno junto a su mujer. En cuanto a su defensa de la libertad de expresión y de la ejemplaridad obligada en quienes ostentan cargos públicos se han quedado a título de inventario.

Pillado en tan grave falta que puede ser delito, un Pablo Iglesias rabioso ha arremetido contra aquellos que desde diferentes medios han denunciado que el vicepresidente del Gobierno que exigía a todo el mundo conducta impecable no aprobaría la prueba de impecabilidad. Dice ser víctima de las cloacas del Estado y resulta que conoce a fondo cómo funcionan, hasta el punto de que un juez no le considera víctima, sino que investiga si ha actuado de mala fe contra una de sus más estrechas colaboradoras, a la que no le entregó algo que le pertenecía y que formaba parte de su intimidad, hasta que pasaron varios meses.

Para defender una posición que le puede llevar a una imputación e, incluso, a la pérdida de su puesto en el Gobierno, acusa a diestro y siniestro, sobre todo a los medios que publican cómo se las gasta el máximo dirigente de Podemos. En el caso que le puede noquear, hay connivencias inapropiadas entre su abogada y un fiscal, lo que es posible que obligue a tomar alguna medida al fiscal Luzón, y hay mentiras a punta de pala. Iglesias siempre se defiende de la misma manera, lanzando insidias contra aquellos que le acorralan con verdades como puños, pero para su desgracia ha topado con periodistas y medios que no se dejan avasallar y siguen con su trabajo de investigación. Y ha topado con un juez, García Castellón, al que le resbalan las acusaciones de parcialidad. Se ha empeñado en averiguar quién intentó destruir la famosa tarjeta del teléfono de Dina Bousselham y lo conseguirá; no en vano, cuando fue juez de enlace en París y Roma no paró hasta descubrir las pruebas delictivas de etarras o mafiosos con conexiones en España que permitían que las autoridades francesas e italianas accedieran a su extradición.

Iglesias ha roto su silencio participantdo en la campaña gallega, donde se ha referido otra vez a "las cloacas mediáticas". Que diga lo que quiera: ya no le creen ni los que, por lealtad al partido, le siguen votando.

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