Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

El asiento del piloto

Con Boris Jonhson, todos los temores que se abrieron tras el referéndum del Brexit van camino de hacerse realidad

El Gobierno ha condecorado esta semana con las órdenes de Isabel la Católica y del Mérito Civil a los responsables españoles que negociaron el Brexit, con una mención especial a quienes bregaron con Reino Unido hasta lograr una serie de importantes compromisos en materia fiscal relacionados con Gibraltar. Es justo subrayar el trabajo realizado por todas estas personas, reflejado en los memorandos firmados en noviembre por los titulares de Exteriores de ambos países, porque supone un gran avance en favor de la transparencia y la coordinación en cuatro ámbitos clave: cooperación policial y aduanera, derechos de los ciudadanos, medio ambiente y lucha contra el contrabando de tabaco. Ahora bien, dichos compromisos forman parte de un protocolo adjunto al acuerdo de salida de la UE que debe ser ratificado aún por el Parlamento británico, algo que Theresa May no logró y que la condujo a su renuncia como primera ministra. Su sustituto, Boris Johnson, ha puesto ya sus pies en Downing st. y su primera promesa ha sido que el Brexit se aplicará el 31 de octubre con todas las consecuencias, "con o sin acuerdo" ratificado.

Este panorama plantea una perspectiva muy preocupante para el Campo de Gibraltar y, especialmente, para La Línea, cuyo día a día e ingresos giran en gran medida en torno a Gibraltar. Todos los temores que se abrieron en 2016 con la aprobación del sí a la salida de la UE en el referéndum van camino de hacerse realidad, con un marco de relaciones entre ambos lados de la Verja cogido con alfileres. En el plano aduanero pocas cosas cambiarán porque el Peñón continuará siendo un país tercero sin frontera Schengen y donde el paso de mercancías está sometido a severos controles, pero si el citado protocolo no es ratificado, el resto de materias quedaría en el aire y al arbitrio de la voluntad de cada parte. Eso podría afectar a la fluidez de paso de las personas y vehículos, al reconocimiento de los derechos sociales y laborales de los trabajadores y a la cooperación contra el contrabando, inexistente ya a día de hoy.

Da pavor que buena parte de nuestro futuro dependa de un tipo como Boris Johnson. Los periodistas que vivieron su paso por Bruselas, en los tiempos en los que fue titular de Exteriores, recuerdan cómo antes de comparecer ante la prensa, rodeado de micrófonos, se despeinaba a posta para subrayar ante las cámaras su perfil más friki, macarra y antistablishment. "Tengo las mismas posibilidades de ser primer ministro que de reencarnarme en una aceituna", repitió más de una vez a modo de broma. No lo era, lamentablemente. En este tiempo político de espantajos, personajes que en otro tiempo hubieran sido ignorados, apartados sin miramientos o tomados por locos son quienes se sientan en el asiento del piloto.

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