V A ya para 40 años que los Monty Python estrenaron "El sentido de la vida", una sucesión de disparatados sketches sobre la existencia humana desde el nacimiento hasta la muerte. La escena dedicada a la educación (sexual) tiene lugar en un elitista "college" británico donde utilizando una cama abatible como herramienta y a su propia esposa como partenaire, un severo profesor (John Cleese) imparte una clase práctica a sus alumnos sobre el momento del apareamiento. Les muestra las fases del coito y les explica con minuciosidad todos los entresijos fisiológicos de la cópula. Con su característico estilo gamberro, el sketch de los Python además de divertido, resulta irreverente y, sobre todo, inverosímil, al no caber en cabeza humana que tal performance pudiese formar parte del temario de estudio de escuela alguna. Sin embargo, en estos días hemos conocido con sorpresa que en los programas de actividades complementarias de algunos centros españoles está incluida la escenificación por los propios alumnos no ya del apareamiento (indispensable, al fin y al cabo, para garantizar la supervivencia de la especie) sino de la felación, esto es, la estimulación bucal del pene al objeto de producir (gran) deleite en el sujeto receptor de la misma. Sin duda nuestros modernos pedagogos consideran esencial adiestrar a los bachilleres para su mejor desenvolvimiento por los vericuetos del sexo oral, quizá como placentera forma de relajación cuando les agobien las matemáticas o el análisis sintáctico o quizá como hipotética futura salida profesional dado lo problemático del mercado laboral. No es seguro, sin embargo, que en dichos talleres los dictantes adviertan a los colegiales sobre el riesgo de contagio de enfermedades (sífilis, gonorrea, sida o el papilomavirus) que conlleva tal practica y ni siquiera que aprovechen tan insólita coyuntura para ilustrarlos sobre el devenir histórico de tal práctica sexual, instruyéndoles, p.ej., de que ya se da noticia de ella en el "Libro de los Muertos" en uno de cuyos papiros aparece la diosa Isis practicando una felación a su hermano y marido Osiris al que previamente ha recompuesto con la ayuda del dios de la muerte Anubis tras haber encontrado 13 de los 14 fragmentos en los que lo había descuartizado su asesino (y a la vez hermano) Set. El trozo que faltaba (el pene) fue sustituido por una réplica artificial de oro y fue a través de la succión rítmica de dicha prótesis, la forma de devolverle la vida a Osiris. Cleopatra confirmó el auge de sexo oral en los tiempos faraónicos practicándolo con 100 soldados romanos en una sola noche y ya en tiempos modernos los todopoderosos EE. UU. se tambalearon por el gusto de uno de sus presidentes (Bill Clinton) por la susodicha práctica. Me temo que el único interés de los "profes progres" es lograr que sus alumnos piensen antes con las gónadas que con el cerebro. A su lado los Monty Python… unas Hermanitas de la Caridad.

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