Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Una anomalía

El PP tiene un problema de liderazgo en Andalucía pero también lo tiene de proyecto político

La situación del PP en Andalucía es una anomalía democrática. Las encuestas que se han publicado en estos días, de forma muy especial el Estudio General de Opinión Pública -algo así como el CIS andaluz-, certifican que el partido que gobierna en España está incapacitado para hacerlo en Andalucía. Esto no es una realidad coyuntural por problemas internos o debilidad de los liderazgos: es una constante que se mantiene durante las tres décadas largas de autonomía. Sólo hubo una excepción, en 2012 cuando Javier Arenas - uno de los políticos más sólidos e inteligentes que ha dado Andalucía en el periodo democrático- se puso muy por delante de la propia marca de su partido y ganó las elecciones, aunque la suma de socialistas e Izquierda Unida lo privó de ocupar el despacho principal del Palacio de San Telmo.

Desde entonces las cosas le han ido a peor. Y ahora, además de ser incapaz de superar al PSOE, está amenazado por la irrupción de Ciudadanos, que puede desplazarlo de ser la segunda fuerza de la región y, por lo tanto, la alternativa posible. El PP tiene un problema de liderazgo en la persona de Juanma Moreno pero también lo tiene de proyecto político para la región. Si no logra convencer a una mayoría de andaluces de que después de un periodo tan largo es pertinente y positivo un cambio y de políticas no es porque los socialistas lo estén haciendo tan bien que no quepa otra opción. Es porque los populares lo están haciendo tan mal que le están dejando todo el terreno a sus rivales. Si las cosas no cambian mucho en los próximos meses, que no tiene pinta, y Susana Díaz gana las próximas autonómicas será, en una medida no desdeñable, por incomparecencia del contrario. El PP en las capitales y en las grandes ciudades ha logrado hacerse oír y ha tenido alcaldes que han sabido marcar huella con su gestión. Es en la opción autonómica donde no es capaz de ofrecer una alternativa.

Se trata, como decíamos al principio, de una anomalía democrática que no se da en otras regiones de España. En dieciséis de las diecisiete autonomías ha habido por lo menos dos partidos diferentes que han gobernado. Si aquí no ha ocurrido es porque el PP ha sido incapaz de ganarse al electorado andaluz. El problema lo tienen ellos y alguien en la dirección nacional del partido -ese alguien en el PP sólo puede ser Rajoy- debería de meterle mano al asunto. ¿Lo hará?

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