Se acabó lo que se daba

La socialdemocracia está en decadencia, así como lo que queda de lo que fue la democracia cristiana

En política, como en casi todo, no hay como ponerse en lo peor para luego consolarse con un mal menor. Y viceversa: las grandes expectativas, podríamos decir, las carga el diablo. Todos los analistas se felicitan en estos días porque la marea euroescéptica "sólo" ha alcanzado casi el 30% de los escaños en las elecciones del domingo. Es prácticamente imposible encontrar en toda la prensa instalada quien se salga de ese guión. Con semejante unanimidad de juicio mediático casi desaparecen los problemas, excepto el al parecer menor de llegar a resultarnos incomprensibles aspectos esenciales de lo que pasa y, sobre todo, puede pasar.

Los comentaristas españoles de la cosa europea no pueden ocultar el tremendo desgaste de las dos fuerzas dominantes en la Eurocámara desde su formación, el Partido Popular (que ha descendido de 217 a 180 escaños) y el Socialista (caído desde los 187 a los 145). El desastre socialista, enmascarado aquí por los resultados del PSOE, se patentiza en el hecho de que en Alemania hayan perdido once diputados y la segunda posición, en beneficio de los Verdes, pero sobre todo en el increíble 6% de votos obtenidos por el otrora todopoderoso PS francés. Por vez primera, ambos grupos están por debajo del 50% del Parlamento, y eso explica el impulso de los liberales, que pasan de 68 a 109 escaños, y los Verdes, que alcanzan ahora los 69 al subir 17. Pero los euroescépticos y la derecha alternativa suman 171, divididos por ahora en tres grupos que pueden quedar en dos, todos críticos con la deriva de la UE. El bipartidismo ha desaparecido.

Nuestros acomodados analistas tampoco pueden ocultar, aunque procuren minimizar los hechos, que sus bestias negras han ganado en países tan potentes y decisivos como el Reino Unido, Francia, Italia y Polonia, además de haber alcanzado excelentes resultados en otros muchos de menor entidad. ¡Ay, si la hazaña hubiera sido de la izquierda antisistema! ¡Qué titulares! Para colmo, el triunfo del odiado Orban ha sido apoteósico, y sus 13 diputados húngaros, todavía en el PPE, forman parte ya del nuevo escenario.

Nada pasa en Europa que no acabe siendo replicado en España una década después. Es una constante que pretendamos envasar el vino nuevo en odres viejos. La socialdemocracia europea está en decadencia irreversible, así como las secuelas irreconocibles de lo que fue la democracia cristiana. Comienza una legislatura apasionante y en Bilderberg van a tener mucho de qué hablar.

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