El abrazo del oso

Por mor de las efemérides, unos cuantos se desmelenan manipulando la historia del cierre de la verja

La monumental derrota en La Línea de los partidos nacionales, e incluso de las ideas que subyacen en el ejercicio político, y la vecindad de la colonia, no son asuntos desligados sino todo lo contrario. Es la segunda vez que una buena parte del pueblo linense opta masivamente por deshacerse de las formaciones políticas ordinarias, recurriendo a otra cosa; a movimientos constituidos alrededor de un supuesto proyecto de municipio autocontenido y autogestionado, listo para recibir parabienes desde afuera. La primera vez que ocurrió, fue con aquel pintoresco partido llamado GIL para componer el apellido de su dueño y señor. El alcalde, Juan Carlos Juárez Arriola, un mandado de Jesús Gil, se hizo una lista de fieles y obtuvo en 1999 una mayoría absoluta, no tan estrepitosa como la de José Juan Franco Rodríguez, pero importante. Franco, tal vez para celebrarlo, ha empezado por practicar de modo ostensible el abrazo del oso, como si éste fuera un cándido pastorcillo. La aventura del GIL acabó con una inmersión descontrolada en un PP descangallado y la posterior espantada vergonzante de Juárez.

La sombra del peñón se alarga al norte y lo oscurece. La desesperanza ante los Partidos nacionales y la ilusoria creencia de que Gibraltar es el maná, ha situado a la gran mayoría del precario cuerpo electoral linense en activo (casi un 53% de abstención) orientándolo a lo inmediato, sin hacer ascos a recurso alguno ni advertir que la colonia es el problema y no la solución. Han hecho suya la idea chino-socialista (Deng Xiaoping, Felipe González) de que lo que importa es que el gato cace y no su color. El litoral linense, a levante y a poniente, está ya soportando la voracidad sin trabas, del capitalismo salvaje de la colonia. Cuando se tercia, no pocos habitantes de La Línea miran a Sierra Carbonera para no ver al ingenio nuclear que se recompone a las puertas de sus casas o al avión zumbón que sobrevuela sus tejados. Deben de haberse tatuado las meninges con el proverbio: "primum vivere, deinde philophari" (primero vivir, luego filosofar), interpretándolo al pie de la letra.

Ahora, por mor de las efemérides, unos cuantos se desmelenan manipulando la historia del cierre de la verja. "Nunca máis" dicen los que a golpe de billete, de dádivas o de ignorancia trabajan para evitar que la gente se dé cuenta de que "causa causae est causa causati": la causa de la causa es la causa de lo causado.

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