Es una vertiginosa sensación la que se tiene cuando te sientes caer en picado hacia la nada, cuando la gravedad aprieta, cuando asistes impotente a la ausencia de tus fuerzas, al desvío del incierto camino trazado, a ese frío que te nace justo en el centro del pecho engarrotando músculos y paralizando las alas. Y lo que con absoluta seguridad te parece un viaje sin ascenso posible, sin retorno, con el tiempo resulta ser de las mayores enseñanzas adquiridas al sentir en el más absoluto vacío, ya apenas sin oxígeno, cómo la nada se consigue transformar en todo. Como bien escribe el experimentado poeta José Mateos, espécimen de lustrosas alas con muchas horas de vuelo a sus espaldas, en sus Adivinanzas escogidas: "Cuando la caída es larga, aún se tiene la sensación de que se vuela".

Las alas siempre están, es un don que recibiste, y aunque creas que están paralizadas, su imperceptible planear, cual piloto automático, intenta salvarte de que des con todos tus huesos en el suelo, estrellando en él toda tu vida. Y cada vuelo las fortalece y cada descenso le otorga como trofeo una pluma más y un eslabón menos de esa cadena imaginaria que construyes impidiéndote el vuelo libre.

En los talleres, "Mujeres en círculo biocreativas", aprendemos a través de la palabra y el movimiento a tonificar estas invisibles extremidades, incluso, en ocasiones, es preciso recordarles que las tienen, que no solo son pájaros para cuidar del nido, que hay más allá en lo profundo de una misma, que el paisaje interior es de los más bellos y que te lleva a lejanos lugares que hasta entonces no conociste. Aprendemos juntas a cuidarnos muy mucho de saber que solo nosotras somos las responsables de nuestro ascenso o de nuestra caída y lo que antes creíamos que era una ofensa del otro, ahora… lo intentamos ver como un aprendizaje.

La poesía es un bálsamo, una bella terapia para el alma, una enseñanza. Y yo que no sabría vivir sin ella, que sin ella me privaría de muchas y necesarias plumas, dejo que revolotee suavemente más de un poema sobre nuestro círculo. Después de mucho hablar y debatir sobre el ego, perenne huésped que se apodera de tu identidad limitándote el vuelo, que te ciega y te maneja, encontré la sentencia perfecta que de un plumazo lo aniquila. De nuevo José Mateos que escribe: "Cuando consigo quitarme a mí mismo de delante de mis ojos, entonces, cómo cantan y ríen las cosas".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios