Voto útil

La utilidad del voto útil no es asépticamente matemática sino estrictamente estratégica

Las elecciones en Madrid van a resultar muy apropiadas para reflexionar sobre el voto útil, que sobrevuela España en cada cita electoral. Por su rabiosa actualidad y porque, al tratarse de una circunscripción única, cuando se supera la barrera del 5%, el reparto es proporcional. Tan es así que en el bloque de la izquierda se presentan tres partidos sin que les salte una alarma.

En el bloque de la derecha, en cambio, se habla de voto útil. Es un clásico, quizá porque la utilidad es un valor burgués. Lo propicia esta vez que unas encuestas internas del PP dicen que el PP va a arrasar hasta el extremo de que Vox está a un tris de no llegar al 5%. Las encuestas externas no dicen eso, sino que Vox supera con holgura el límite y que será necesario para que Ayuso pueda formar Gobierno.

Quedémonos, sin embargo, con el dato hipotético como instrumento de análisis. La conclusión lógica para los utilitaristas debería ser entoces simple: apresurarse a pedir a los indecisos que voten a Vox. Si el PP y Vox superan los dos el 5% no habrá ni un solo voto perdido, ni uno; pero si Vox se quedara por debajo, incluso por la mínima, ese 4,9% de los votos, que pueden ser fundamentales, resultarán, en efecto, perdidos. Como es imposible que Vox obtenga cero votos, ya que goza de una gran fidelidad entre sus acérrimos, lo más prudente es asegurarse de que supera la barrera, y pactar después.

Se intenta lo contrario. Que es legítimo en la lucha partidista, pero no en nombre del voto útil. Se conoce que el voto es útil para unos, siempre; pero no por su utilidad aséptica y matemática. Es una utilidad estratégica, partidista. Cuando rige la ley d'Hont se usa igual, aunque no se vea la trampa tan clara como ahora.

Podría verse también a posteriori. Si sucediese que Vox quedara en las puertas de entrar y, entonces, a Isabel Díaz Ayuso la faltasen cuatro o cinco escaños para una mayoría suficiente, ¿a quién echarán la culpa de un nuevo gobierno controlado por Iglesias? ¿A Vox por existir y a aquellos que votaron el programa que se adaptaba a sus ideas o a aquellos que, manipulando datos, explicaciones y encuestas, consiguieron vender la burra de un hipotético voto útil a algunos votantes potenciales de Vox?

Estas preguntas quedarán en el aire, porque no se dará el supuesto. Pero en el plano teórico, no habrá sido inútil. Nos habrá servido para entender el curioso mecanismo del voto, oh, útil.

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