Dice el refrán que en la mesa y en el juego se conoce al caballero. También en las crisis se verifica la pasta de cada cual. El estilo de Trump no es una novedad, pero sorprende que hable de virus extranjero y lo vincule a su teoría sobre el aislacionismo y a la necesidad de un muro que separe Estados Unidos de México. Otro que tal baila es el hombretón de Vox, Ortega Smith, que se paseó candorosamente por el congreso de su partido superconstipado después de visitar Milán en plena epidemia y también Vitoria. Piensa este sujeto que sus anticuerpos españoles pueden derrotar "a los malditos virus chinos". La embajada china ha protestado. Un gesto de extremada cortesía: le han tomado en serio.

Resulta que hace justo un siglo hubo otra epidemia que asoló el mundo y fue conocida como gripe española. Entre la primavera de 1918 y el verano de 1920 se infectó un tercio de la población mundial y murieron unos 50 millones de personas en todo el planeta. Y curiosamente no empezó en España, sino probablemente en Kansas, Estados Unidos. En plena primera guerra mundial, en la neutral España se informó mucho más que en los países combatientes sometidos a censura, de ahí que se quedara con ese nombre. Aunque aquí hubo ocho millones de infectados y 300.000 muertos.

No hay nada nuevo bajo el sol. Aunque eran otros tiempos, también hubo la intención de culpar a extranjeros y se hicieron parecidas advertencias "aconsejados por la ciencia". Circula por las redes un boletín oficial extraordinario de Burgos del 4 de octubre de 1918 en el que el gobernador lamentaba que, en contra de lo dispuesto, en algunos pueblos hubiesen cometido la imprudencia de celebrar las fiestas patronales "difundiendo rapidísimamente la epidemia entre el vecindario". Habla de una localidad a la que llegaron mozos de fuera y se infectaron 800 de los 1.200 habitantes. Hay que añadir que aquella gripe desapareció en el verano de 1920.

La ciencia y la medicina han avanzado de manera tan extraordinaria, que cabe pensar que la duración de esta pandemia será mucho menor y su mortandad infinitamente más baja. Y junto a la carrera de la ciencia está la del miedo. El anuncio del estado de alarma ha provocado la irrupción masiva en los supermercados, con concentraciones exageradas de personas y riesgo para los empleados. Y también la liquidación singular de algunos artículos, como el papel higiénico. Un lector me apunta que quizá sea reflejo de las imágenes de desabastecimiento en Venezuela. Quién sabe. Más allá de la anécdota hay que acudir al refranero y recordar que el miedo es mal compañero y abulta las cosas.

Ayer, en una urbanización de Mairena del Aljarafe de 120 viviendas una persona dirigió desde el patio central una clase de gimnasia con sus vecinos en ventanas y terrazas. Buen camino. Tener miedo es de prudentes, saberlo vencer es de valientes.

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