La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Víctimas del márquetin

El presidente comparece para no decir nada, sólo quería eclipsar a Pablo Casado en los telediarios de mediodía

Es un especialista en poses. Se le nota hasta en los andares. Rajoy creó las comparecencias por plasma, todo un adelantado de la telecomunicación. Y Pedro Sánchez, catedrático del postureo, que rima con culebreo, ha inventado las comparecencias inocuas, las denominadas declaraciones institucionales que son ruedas de prensa sin preguntas, aunque la verdad es que sólo cabría una. ¿Para qué tanta parafernalia, tanta liturgia cariacontecida, tanto secretismo previo? Ayer no dijo nada. Absolutamente nada nuevo. La pandemia desbocada, pero el jefe del Ejecutivo comparece para contar lo obvio. "La situación es grave". Se sabe el diagnóstico, retarda la solución. Estamos en manos de un tipo que sólo piensa en sí mismo, en sus intereses a corto plazo. Es un especialista en la materia, un artista, un figurón, como ha demostrado tantas veces. Es capaz de vender la oferta de diálogo al PP para la reforma del poder judicial como una apuesta de estadista de altura, cuando se trata ni más ni menos que de un paso atrás porque en Europa le han leído la cartilla con el asunto. No tiene escrúpulos, ni se sonroja por nada. Este presidente tira para adelante con una habilidad pasmosa. El paripé de ayer sólo tiene una explicación: un berrinche de celos tras comprobar que la prensa escrita y las tertulias de la mañana se hartaban de elogiar la nueva etapa de Casado al frente del PP, mientras Abascal lloraba su pena de sal amarga en una entrevista radiofónica. Iván Redondo debió digerir mal el desayuno y se inventó una declaración institucional que resultó una broma de poca o ninguna gracia. Si la situación reviste esa gravedad, que así es, un presidente del Gobierno debe actuar con decisión y energía, no andarse con maniobras tacticistas y gestos calculados. Urge un mando único. Hemos desandado todo lo avanzado en los meses del estado de alarma. Perdemos fuerzas y un tiempo precioso. Hay dirigentes, como el presidente valenciano o el vicepresidente andaluz, que hablan ya de salvar la campaña de Navidad. ¡A ver si sobrellevamos noviembre! La clase política, salvo excepciones muy contadas, se está retratando en esta pandemia. No saben, no quieren, no pueden. Procuran estar a la defensiva, ganar tiempo a ver si cae una vacuna del cielo y erosionarse lo menos posible. La comparecencia del presidente del Gobierno es la muestra más evidente. Se llevó los arranques de los telediarios. Es lo único que le importaba. La exaltación de la nada. Todo es márquetin. "Hemos vencido al virus", dijo el tipo en julio. Y se fue a Doñana, donde siempre son felices los pájaros.

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