por montera

Mariló Montero

Viaje con nosotros

LE invito a leer esta columna mientras suenan las trompetas de Viaje con nosotros, de la Orquesta Mondragón. Pongamos que estamos en Centroamérica y que tenemos un sueño: escapar de la miseria. No hay problema. A sólo 5.000 kilómetros se encuentra el Eldorado: EEUU, donde el cielo baja a la tierra y mana leche y miel.

En marcha. Salimos desde Honduras, El Salvador, Guatemala… y con suerte alcanzamos el territorio mexicano, que es donde empieza lo bueno.

Tenemos varias modalidades de viaje. Con o sin secuestro. Pongamos que nos secuestran. La probabilidad es alta, el Gobierno de México habla de diez mil secuestros en sólo seis meses. Una vez secuestraditos, el programa de viaje nos ofrece opciones. Opción A: si tenemos ya familia en EEUU, los captores se pondrán en contacto con ella para pedir un rescate. Opción B: no tenemos familia en territorio estadounidense o no se contacta con ella, y entonces sí, para pagar el rescate nos obligarán a prostituirnos o a trabajar como esclavos o, si no hay puestos vacantes, nos trocearán, nos rociarán con gasolina y nos quemarán. El carburante lo ponen ellos.

Pero si no somos secuestrados, no faltarán alicientes. El tren. El que llaman la bestia. Viejos mercancías a los que tendremos que subir y bajarnos en marcha. Si nosotros no quedamos mutilados o deshechos, con seguridad veremos cómo lo hace un compañero de fatigas.

Y no se vayan todavía, que aún hay más. Las mujeres. Cómo no, viajeras en clase de lujo de este viaje. Las mujeres han comenzado el viaje inyectándose Depo-Provera, un compuesto que incorpora una hormona de nombre impronunciable que evita embarazos. ¿No se lo imaginan? Desde luego, van a ser violadas sistemáticamente a cada paso, por cada grupo secuestrador, por cada tipo que vista algo semejante a un uniforme. Cinco, diez, veinte veces. Hace poco detuvieron a un individuo que las ha estado violando y contagiándoles el sida durante años. Los padres ven cómo sus hijas son violadas, por turnos o en pandilla, con la misma rutina del que está rellenando papeles en una aduana.

Marcela Zamora, directora salvadoreña, acaba de plasmar este tránsito por lo más oscuro del ser humano en su largometraje En el camino. 400.000 centroamericanos cruzan cada año México de manera ilegal camino a EEUU. 80.000 son mujeres. Y no sólo constituyen un flujo de personas a la deriva que no saben qué ocurrirá con sus vidas dentro de diez minutos. Lo más espectacular es que a orillas de ese río humano se ha creado todo un negocio de explotación, secuestros, violencia y asesinatos. Viaje con nosotros. Quien compra nuestro billete, compra la felicidad.

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