Llevamos toda la semana pendiente del recuento de votos en las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos. Estos comicios siempre suscitan la máxima atención mundial por el peso económico y político de EEUU.

Por fin, tras un agónico conteo, el candidato demócrata, Joe Biden, ha ganado las elecciones con el 50,6% de los votos, y 290 compromisarios. En Estados Unidos el presidente no es quién consigue más votos sino más delegados.

Donald Trump no ha reconocido la victoria de su rival y mantiene su ofensiva legal para disputar los resultados del voto por correo, sin aportar pruebas. Normal en este personaje que ha erosionado profundamente las instituciones y degradado la vida pública hasta límites increíbles, regando de odio su país.

Biden no es inspirador, ni carismático, pero representa la moderación, el sosiego, la empatía y el respeto a los principios y las instituciones democráticas. Está demostrado que sabe dialogar, algo muy valioso en esta crisis, y su deseo es unir a un pueblo dividido.

Siempre he visto a Trump como un millonario consentido, de ahí su pataleta tras las elecciones cuestionando la democracia. Con Trump la realidad supera la caricatura. Durante este tiempo ha representado la división y el caos, la ignorancia y la prepotencia, y el populismo demagógico.

Sin embargo, Kamala Harris, la primera mujer que será vicepresidenta de Estados Unidos, habla de "Esperanza y unidad, decencia y ciencia, y verdad" para los próximos 4 años en la Casa Blanca.

Con 56 años esta mujer negra, nacida en una familia de inmigrantes: madre originaria de India y padre nacido en Jamaica, apuesta por políticas progresistas como la educación superior gratuita, un plan contra el cambio climático y un sistema sanitario universal, aunque su historial sea moderado como senadora y fiscal general.

De Kamala Harris impresiona la de veces que ha roto el techo de cristal. A sus 40 años se convirtió en fiscal de San Francisco, la primera mujer y persona de raza no blanca que desempeñaba el cargo. En 2011, ya era fiscal general de California, otra primera vez: mujer y negra. En 2016 fue la segunda mujer de raza negra y la primera de origen indio en ganar un escaño en el Senado.

Siempre me emocionan y dan esperanzas las mujeres que van abriendo camino, y son un referente para otras muchas. Pero de las elecciones norteamericanas destaco la moderación que ha echado a Trump de la Casa Blanca, porque como decía un presentador de la CNN "el carácter importa, decir la verdad importa, y ser una buena persona importa".

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