Vade retro a la política

Es gracioso que bajo una envoltura cultural, más bien popular, se le oponga el vade retro a la política

En el largo período predemocrático que siguió al conflicto bélico de 1936, era frecuente leer en lugares comunes frases así como: "No se permite hablar de política". Toda una filosofía suponían algunos dictados; recuerdo en concreto, uno que se leía en algunos bares: "Aquí se viene a beber, de política ni hablar, procura no discutir y antes de salir, pagar". Los sistemas se bastardean con las limitaciones y carencias del personal encargado de administrarlos, pero en aquellos tiempos estaba muy claro hasta dónde se podía llegar, y acababa uno tan entrenado en el autocontrol que se daban pocas actuaciones oficialmente reprobables. La cosa iba básicamente de vivir en paz sin discutir lo establecido.

Cuentan que el general Franco aconsejaba no meterse en política: "Haga como yo, no se meta en política", dicen que solía decir cuando presenciaba alguna discusión de esa naturaleza o cuando observaba que subía la tensión verbal entre sus ministros. Alguien ha señalado que la frase probablemente afloró en una conversación con el gran escritor gaditano Jose Maria Pemán, en una ocasión en que éste le transmitió su preocupación por una situación puntual relacionada con la marcha de los acontecimientos. Desde luego, como ha ocurrido con otras muchas figuras históricas -Blas Infante, entre ellas-, el rechazo a "hacer política" aparecía sin advertir la contradicción. Ocurre con el anarquismo; se niega la estructura y la jerarquía, todo lo que se entiende coactivo para la libertad del individuo, y se relega la regulación de la convivencia a la democracia directa y participativa, a la asamblea de los concernidos. Se obvia la gran contradicción, pues rechazar el juego político es una opción política.

La verdad es que lo que se contesta es el modo, el comportamiento de los actores y no la política como escenario; ese totum revolutum en el que las oligarquías de los partidos se baten de malas maneras y con malas artes. Quizás lo llevaríamos mejor si advirtiéramos que es la condición humana la que genera situaciones indeseables. Estos días de microferia del libro en Algeciras he sido testigo de cómo, en una de esas tertulias telemáticas que hoy son posibles, se expulsaba a un tertuliano por insertar un corto de propaganda política en el chat, consagrado tácitamente a asuntos culturales. Es gracioso que bajo una envoltura cultural, más bien popular que otra cosa, se le oponga el vade retro a la política.

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